jueves, octubre 28, 2010

Fostiando, que es gerundio

Pues nada, yo hoy iba a escribir algo sobre la señora que ha denunciado al pato Donald por acoso (no me ha afectado la altura, es tal cual se lo digo), pero claro, luego recibí incontables cartas de mis incontables fans (dos, en concreto) pidiendo algún dato sobre mis partidas de mus con el Yeti allá por los Nepales, así que decidí cambiar de objetivo escribiente. Pero bueno, el caso es que como los caminos del señor son inexcrutables, y los de mi cerebro más, y además casi nunca hago las cosas que me piden (salvo por la andaluza, que puede ser muy convincente cuando se lo propone), pues al final he decidido que les folle un puercoespín a mis fans y escribir de lo que a mí me salga del capullo, que en este caso concreto es de la última pilíncula que me he echado para el cuerpo, con gran deleite y satisfacción he de añadir, y que me ayudó a sobrellevar con estoica resignación las entretenidísimas 35 horas de viaje a los Himalayas de las pelotas.

“The expendables”, se llama. En traducción literal algo así como “los prescindibles”. En traducción libre “los mercenarios”. Naturalmente cogieron la traducción libre, por más que la otra fuera mucho más de puta madre. Pero aquí somos gilipollas hasta para eso. Bueno, el título es lo de menos, lo realmente importante es que el director, productor, protagonista, y alma máter del todo el asunto es mi venerado, idolatrado, y no siempre suficientemente vanagloriado Tito Sly. Vamos, Stallone. Coño, el puto original e inimitable John Rambo. Y evidentemente cualquier película en la que salga John Rambo tiene que ser buena por cojones (bueno, siendo estrictos, quizá podríamos obviar “¡Alto!, o mi madre dispara”, pero hasta los más grandes tienen a veces un momento de debilidad).

Esta no defrauda. Atentos a la jugada, que sólo la voy a explicar una vez (y no es un chiste aunque lo parezca): estos son Chev Chelios, Danny the Dog, Ivan Drago, Stavros, y otros tres que dan igual (por razones evidentes después de citar lo que he citado), que se ponen a las órdenes de John Rambo, para realizar una misión hiper chunga e hiper secreta por encargo de John McClane, que les elige a ellos por delante de Terminator. La misión, aunque eso es lo de menos, consiste en ir a una república bananera sudamericana conocida como WinkiWinki (al menos en esta crítica) a derrocar al no tan malvado coronel que manda por allí, bajo el malvadísimo influjo (este sí, malvadísimo, malvadísimo) del cabrón americano Tomas Leon (a este le cito por los pelos, porque en realidad no está a la altura). Evidentemente la misión concluye con éxito rotundo (joder, yo creo que ni Chuck Norris podría haber hecho frente a semejante despliegue de testosterona), después de matar por el camino, con amplia proliferación de miembros desgarrados, esputos sanguinolentos, y casquería por doquier, a cualquier bicho viviente que se pusiera a tiro, incluyendo avestruces, ornitorrincos, aliens y predators. Evidentemente también hay un par de troncas de calibre muy muy grueso, pero las muy putas no enseñan carne. Tampoco es que eso importe mucho, porque cualquier tío normalmente constituido ya habrá eyaculado cuando a los 10 minutos de película aparecen en un mismo plano y al tiempo: Rambo, Terminator, y John McLane (que se dice pronto, amiguitos).

De entre todo el elenco de esplendorosos diálogos, os citaré sólo uno, para que se os ericen los cabellos y os quedéis con ganas de más (que según me dice la andaluza es una putada del copón):

- Terminator: “Cuánto tiempo, te veo fuera de forma, has perdido peso”
- Rambo: “Cualquiera que sea el peso que perdí, tú lo has encontrado”

Ahí queda eso. Pues nada, ante esto creo que sobra decir que nos encontramos ante una obra maestra, vórtice de la creación cinematográfica, maravilla de la interpretación, sublimación del séptimo arte, cinta superlativa de las ostias a cascoporro, y redención divina del buen gusto por la estética. Vamos, resumiendo, y para que lo entiendan, la puta ostia.

En general me parece que el resto de críticos del mundo no están muy de acuerdo conmigo, pero eso es porque no tienen ni puta idea. De hecho, creo que la única manera de haber mejorado esta magna obra sería haber metido en el mismo plano a Rambo, a Terminator, a McClane, y a las tetas de la protagonista.