martes, marzo 09, 2010

42.195

Toda esta mierda empezó cuando el diablillo de mi hombro izquierdo, que es un hijo de la gran puta, me insinuó que eso de terminar medias maratones está bien, pero que evidentemente es una mariconada cuando existen las maratones enteras. Y joder, qué quieren que les diga, como idea abstracta y etérea, como objetivo difuso y lejano, como concepto un tanto romántico y poco práctico, pues la cosa tampoco tenía tan mala pinta. Ahora, la realidad pragmática del asunto, ya es otro cantar. A ver, yo ya sabía que no iba a hacer precisamente cosquillas, coño, quien más quien menos puede imaginarse que correr 42 kilómetros y 195 putos metros todos seguiditos no es precisamente algo que te vaya a producir un orgasmo. Y sí, efectivamente, duro es, pero bueno, uno ya va mentalizado para esa puta agonía. Para lo que uno no está preparado es para el infierno de antes.

Para los 800 kilómetros de entrenos que te has chupado como un campeón. Eso, y no lo otro, es lo jodido. Duro es levantarte a las 7 de la puta mañana, estar esquiando de sol a sol, llegar al apartamento absolutamente reventado, y en vez de quedarte tirado como un gusano, cambiarte de ropa, calzarte las zapatillas, y salir a la calle de noche, con cinco bajo cero y nevando, a trotar un rato y a subirte unas cuestas. Duro es tener que hacerte tiradas de más de 20 kilómetros con los gemelos contracturados, sabiendo que vas a tener que aguantar dolor desde que pongas el pie fuera del puto portal. Mierda puta, duro es tener dos rozaduras en las plantas de los pies del tamaño de un jodido huevo, sanguinolentas y supurando mierda blanca, y correr sobre ellas durante dos horas. Qué cojones, duro es llevar 45 kilómetros una semana, no poder con tu puta alma, y salir lloviendo a hacer otros 23, porque es lo que toca. Joder, duro es vivir durante tres meses en un estado semicomatoso de permanente agotamiento físico, y aún así salir a correr tú solito, sin perrito que te ladre, ni más compañía que tu puto cansancio y tu puto dolor. Eso amigos, es duro, los 42 kilómetros del final, son mariconadas. O bueno, quizá no tanto.

Y es que, se mire por donde se mire, sólo hay un calificativo para todo aquel que tan siquiera se plantee la mera posibilidad de correr un maratón: imbécil. Pero no de los tontucos que enternecen, no, un imbécil redomado, un subnormal, un auténtico retrasado mental. Un absoluto, y completo anormal. De esos que aun teniendo balas los arreabas con la culata. Pues nada, yo el primero, claro que sí, que no se diga por ahí que no hay huevos. Faltaría más.

Así que ahí estaba yo el domingo, a las 8:30 de la mañana, en Barcelona, junto con otros 12.000 imbéciles e imbécilas más, todos secos secos y con cara de hambre, esperando ansiosos a que nos dijeran, hala, ya, venga, a correr, reviéntense a gusto, subnormales. Todo eso después de haberte levantado a las 5:30 a desayunar (hecho que ya de por sí sería más que suficiente para que te encerrasen en un psiquiátrico), y haber cogido el metro camino de la salida a las 6:30, mientras la gente normal y de bien que vuelve a esas horas dando tumbos a recogerse a su casa (o a la casa de otra, si ha habido suerte) te mira como si fueras el mayor soplapollas que han visto en su vida. Pues sí, lo soy, y si tú no llevaras esa tajada encima te darías cuenta de que la tipa esa a la que vas encaramado y que te vas a follar en breve (si es que consigues que se te levante) no es digna de ser tocada ni con un puntero láser, así que no me toques los cojones. Cada uno con lo suyo, amigo.

Bueno, a lo que iba, que me disperso. La salida. Ya saben. Un pistoletazo, gente aplaudiendo, globitos al aire y todas esas movidas. Allá vamos, y a quien Dios se la dé, que San Pedro se la bendiga. Esperemos que los 300 kilos de pasta que te has comido los últimos tres días surtan efecto, porque si no, vas bien jodido. Objetivo para el que has entrenado: 3h30’00’’. O lo que es lo mismo a 4’58’’ el kilómetro. Pero joder, sales y enseguida cazas la zancada buena. Miras el reloj, vas a 4’45’’. Esto lo vas a pagar amigo, y lo sabes. Pero qué cojones, que no se diga que no lo intentaste. No te jode, nadie dijo que no fuera a doler, y mucho mejor que digan aquí murió un valiente que por ahí va un cobarde. Dónde va a parar. Por la media maratón en 1h40’05’’, y vas relativamente fresco. Te emocionas. A ese paso haces 3h20’, que para un neófito en estas lides es un tiempo más que respetable. Por el 30 empiezas a ir bastante tostado pero aún aguantas el ritmo. Del 30 al 32 la cosa decae. De ahí en adelante sólo dolor y sufrimiento. Ni un gramo de fuerza, ni reservas de dónde sacar. Aun así, y tirando de puro cojón y de pura mala ostia, consigues hacer del 30 al 35 en 24’30’’. Pero llevas ya 3 kilómetros retrasando una muerte anunciada. Desde el 32 son los 10 putos kilómetros más largos de tu puta vida. Las piernas agarrotadas y sin capacidad de respuesta. Vas porque hay que ir, porque por tus cojones que vas a cruzar esa jodida línea blanca. Ostia. Pero ya no te queda ni capacidad para sacar mala leche. Sólo quieres que pare ese dolor. Jodida tortura. Llevas el nombre en el dorsal, así que la gente te anima como si te conociera, a ti y a otros tantos de a tu alrededor, que van igual, o peor que tú. Vamos irlandés, vamos, que ya estás ahí. Y tú sabes que mienten, porque aún quedan 6000 metros de suplicio y de clavarte puñales en las piernas. Pero lo agradeces. Mierda que si lo agradeces. Sobre todo a la andaluza, que está hasta los cojones de tus gilipolleces, pero que aun así lleva siguiéndote en metro por toda la puta maratón, y que te conoce comos si te hubiera parido, y que en el 34 te ha visto bien jodido. Ya lo tienes irlandés, tira, tira, ostia, tira, vamos. Pero no hay de dónde tirar. Y querrías mandar sobre tu cabeza y hacer sonar el “Painkiller” para sacar un último gramo de energía de alguna parte que desconoces, pero la cabeza va por su lado, y sólo te repite una y otra vez el primer verso del gran Johnny Cash “I hurt myself today…” Puto Johnny, putos Judas, y puta sea mi estampa. Joder. Quién ostias me mandó a mí. Y por más que yo pudiera escribir aquí, el asunto es bien simple, en esos últimos 8 kilómetros todo se reduce a ver quién puede más, si tus cojones y tu fuerza de voluntad, o tu cuerpo que ha reventado y que literalmente ya no sabe ni a dónde va. Y sólo sigues porque como dijo aquel “you can quit and they won’t give a shit, but you will always know”.

Así que de alguna manera consigues cruzar la línea blanca. 3h25’01’’ después de haber salido. Un voluntario se acerca mientras tú juntas fuerzas para mantenerte en pie. Te dice algo que ni entiendes y se agacha a tu lado, te suelta el cordón de la zapatilla, te quita el chip de cronometraje, y te la vuelve a atar. Tú lo observas todo como si no fuera contigo. Andas como un puto boxeador sonado, mientras diversos tipos de azul te ponen una medalla al cuello, y te dan fruta. Agua, por favor. Ipso facto llega otro con un botellín de agua y medio litro de powerade que te ventilas sin respirar. La andaluza te dice que eres la puta ostia, y un subnormal, y que estás muy pálido. Va a por tu ropa mientras tú te sientas porque ya no puedes mantenerte en pie. Te cambias la camiseta, te pones un forro y un chubasquero, y aún así tiemblas como si te hubieran metido en una jodida cámara frigorífica porque tu cuerpo ya no tiene fuerzas ni para calentarse. Y las piernas te duelen tanto que desearías que te las arrancaran. Es en ese momento cuando el diablillo de tu hombro izquierdo, ese hijo de la gran puta, sale a saludar. Bien irlandés, bien, ya estás más cerca del Ironman. Que te follen, joder.

Porque esa, quién sabe, será otra historia.

lunes, marzo 08, 2010

Bajo presión

Señores de Caja Cantabria, esa publicidad que han hecho llegar a mi buzón de correo recientemente me parece inapropiada, tendenciosa y de un mal gusto tremendo.

Pese a lo que indique el DNI, uno se mantiene juvenil y lozano, y no está aún para según qué cosas.

A ver cómo, a la vista de esto, claro indicativo de las consideraciones habituales de la sociedad, le explico a cónyuge b que mi reloj biológico no va en hora, sino mas bien atrasado.

domingo, marzo 07, 2010

Cómo no lanzar un tiro libre

Y hablando de recuperar viejas tradiciones, aquí estamos con el post baloncestístico de los domingos, que de un tiempo a esta parte se había convertido en el post baloncestístico de cuando sea, y no son formas (ni tampoco alardes, Conradín*).

Con todos ustedes, posiblemente el tiro libre peor lanzado de la historia:


Ni en el Bezana Junior se ven cosas así. Y pueden creerme cuando les digo que se ven acciones graciosas, por no llamarlas atentados contra el basket.


PS - Vaya desde aquí todo el apoyo menosmolérico a el irlandés en su lucha contra el crono y su precaria patata en Catalonia is not Spain. T'estimem.


* Mal por ustedes si no pillan esta referencia. Ya están tardando en ver esa obra maestra de la cinematrografía patria que es "Airbag".

sábado, marzo 06, 2010

Recuperando viejas tradiciones

Y es que ya se echaba de menos un soplo de los buenos viejos tiempos en la tediosa rutina de la "gran" ciudad.

Una musiquilla característica me sorprendió saliendo de mi antiguo colegio... y con satisfacción comprobé su origen.

La cabra ha vuelto. Y lo ha hecho con el equipo al completo: trompeta, organillo, gorrilla y pedigüeña.

Sábados atrás anduvieron por mi zona de influencia ofreciendo su incomparable recital . Y según mi informador en el área hospitalaria, también por esa zona tuvieron actividad caprina. Así me gusta, que se recuperen ancestrales tradiciones.


Pero a pesar del despliegue humano y de medios, eché en falta algo...

¡La cabra (y su escalera, claro)!

viernes, marzo 05, 2010

Baseballs

Ante las insistentes presiones recibidas por parte de El Retirao, salgo de mi refugio y comparto con la concurrencia su descubrimiento.

Y para que quede claro, los conocía, sí, pero no se me pasó por la cabeza dedicarlos un post, y miren que su disco me ha satisfecho. Pero aún y cuando la producción posteadora dista mucho de la de tiempos pretéritos, voy a tratar de hacer un poder y dorar la píldora al del retiro llevando a cabo su seudo-petición.

Por cierto, ¿son alemanes? Lo que les faltaba para que mi idolatría se acrecentase. Según tenía entendido, durante la época que intentan "recuperar" musicalmente no había muy buen rollito entre germanos y yankis, ¿no?

Una rápida, que luego la gente se queja de que me extiendo mucho.

Si no los conocías, aquí hay material de post. Si los conocías, ¿por qué no has puesto un post ya?




jueves, marzo 04, 2010

Sobre anormales de la pepitilla

Por fin. La espera ha sido larga, pero como siempre ha merecido la pena. Naturalmente ha vuelto a ser ella, quién si no. Huy, qué falta de respeto la mía, perdonen el desliz, quería decir Ella. Con mayúscula, faltaría más. La Mujer por excelencia y por antonomasia, la tipa que es tan hembra que tiene cinco reglas a la semana, la progesterona en estado puro, los ovarios hechos carne, la feminazi por decreto, vamos, resumiendo, nuestra querida y celebérrima ministra de igual da (que me da lo mismo). Y es que nunca se la valorará lo suficiente como humorista. Un no parar, amigos. Este ser desprendido y siempre al tanto de los males que asolan a la sociedad, en un alarde de comprensión de las angustias de la ciudadana media, ha decidido gastarse la viruta en un estudio de evidente utilidad para el mundo (y la munda). Coño, que ya iba siendo hora de que por fin alguien se preocupe por analizar de forma concienzuda y sin tabúes los problemas que de verdad importan a las personas de a pie. Mierda, no sé cómo hemos podido sobrevivir hasta ahora sin… (chunchun, chunchun):

Sí amigos varones (y lesbianas). Nos han jodido. Pero bien. El puto mapa del tesoro. Ya saben, la X siempre marca el lugar. Ahora ya no va a haber excusa para no acertar. Orgasmos a tutiplén, y ni un gracias después, claro, porque será lo mínimo exigible. Lo que nos faltaba para el duro. No les digo más que se lo digo tó. A mi parte contratante se la hizo el chichi cocacola según leyó la noticia, mientras músicas celestiales (el Aleluya de Haendel y esas movidas) sonaban a su alrededor. Se hacen cargo de la situación, supongo. Desde entonces está en un sin vivir deseando que empiecen ya de una vez a repartirlo por la calle en divertidos y coloridos libelos informativos de tipo tríptico, para que me lo estudie de cabo a rabo a ver si de una puta vez consigo dar con la pepitilla. Buena la hemos hecho. Espero que por lo menos tengan la decencia de dar un GPS con el mapa, ya saben, tipo los de los coches, de esos que pitan más rápido cuanto más cerca estás del radar. Para hacerme una idea de si la cosa está fría o caliente.

Ya me imagino yo los innovadores métodos para follar que van a surgir a partir de ahora. En la mesilla de noche en vez de vibradores, geles lubricantes, berenjenas, bolas chinas, látigos, esposas y demás enseres típicos del fornicio, habrá compases, sextantes, transportadores de ángulos, y cartas astrales de latitudes y longitudes. Vamos, lo que viene siendo toda la impedimenta básica para que un buen marino llegue a puerto. Además, como ayuda básica para los navegantes torpes, en breve proliferarán por doquier los cursos tipo “aprenda a interpretar mapas en mil palabras”, o “explore el chumino en cinco cómodos pasos”, todos ellos por fascículos, y con una guitarra de regalo (ningún curso está completo si no te regalan una guitarra).

Ahora, una de las cuestiones que me carcomen y me mantienen en vilo desde que leí la flonante noticia es qué potorro habrán utilizado de modelo para tal tarea. Supongo que el de la ministra, naturalmente. El único potorro verdadero, el chochus maximus, la sublimación del chichi, las doce tribus de almejas era (que me perdone Don Francisco). En breve lo expondrán en el museo de patrones y medidas de París con un cartelito tipo, “higus potorrae, mapa clitoriano 2010”. O algo por el estilo. Por eso digo yo que haya estado desaparecida un tiempo (en el que he vivido sin vivir en mí ante la falta de noticias), porque estaba sirviendo de modelo para el mapa. Y eso, por mucha prisa que te quieras dar, lleva un ratuco. No es fácil encajar en un sitio tan estrecho a un ingeniero de minas y a dos topógrafos, con sus instrumentos de medida, ya saben, brújulas, tránsitos, teodolitos, odómetros, niveles fijos y basculantes, y todas esas cosas que seguramente nuestra ministra ahora conozca al potorrillo.

De todas formas quiero hacer un llamamiento desde aquí a las mujeres del mundo. Y es que, mis queridas amigas, ningún marino, por excelso que sea, es capaz de llegar a ningún sitio sin ver las estrellas. Así que aplíquense el cuento y reduzcan arbustaje, que si no, por mucho mapa, mucho GPS, y mucha buena voluntad que pongamos es imposible entrar en la cueva. Te quedas enredado. Además, nos da miedo la oscuridad, y los animalillos de la jungla. Poden, amigas, poden sin miedo. Las lianas nos impiden ver el lago. O, en su defecto, que la Aído regale un machete con el tríptico.

Pues nada, expectante quedo ante próximas entregas de este nuestro ministerio. Ya he puesto su web de página de inicio. Quiero ser el primero en leerme el estudio “El 69, ese gran desconocido: v2.0”. Aunque ese será sólo para expertos, no me jodan, encontrar la pepitilla, del revés, con la lengua, y encima con distracciones. Digno del circo del sol, amigos. Para ese, en vez de un mapa, van a tener que hacer la puta cartografía de las indias orientales.

PS: Por cierto, querida bibi, que como eso de hacer mapas sólo de pepitillas es muy poco paritario, y para que vea que en realidad soy un tipo comprensivo y súper enrollado de la muerte, la informo de que me ofrezco voluntario para que hagan también un mapa del glande. Eso sí, la pediría, si es tan amable, que antes viniera a comérmelo todo enterito para que así esté limpio cuando llegue el cartógrafo. O la cartógrafa.