martes, septiembre 30, 2008

El turismo, qué gran invento

Saludos a todos. Lo primero presentarme oficialmente una vez decidido dar el salto a la fama. A pesar de haber sido referenciado como fuente de anteriores historias, éste es mi primer post como colaborador. Mi posición privilegiada a la diestra del Sr. Portu 8,6 horas al día me ha permitido conocer los entresijos del blog. Me he reído leyendo las historias y contribuyendo con mis humildes descubrimientos, así que he aceptado de buen grado esta Wild Card para participar como estrella invitada. Sí, están en lo cierto, al teclado el único (por suerte) e inimitable Vali, así que se rogaría que no saliesen corriendo (¡denme el beneficio de la duda por lo menos!).

La culpa de esta afrenta la tiene la escasez de posts (ya veis que están desesperados) y mi reciente visita a la tierra de la Tarantela. Pues sí, rapiñé unos días de vacaciones duramente negociados con las altas esferas y me dije, ¿qué mejor forma de pasar la semana de vacaciones que ir a visitar Roma? Si total, sólo supone levantarse a las 7.30 todos los días para ir a andar bajo el sol, hacer colas, subir escaleras e utilizar transportes públicos llenos hasta la bandera (no se molesten, estarán a tope sea la hora que sea haga sol o diluvie). Pero yo partía con una ventaja, era mi tercer viaje a Italia y me dije, ésta es la mía, me llevo a la churri que no lo conoce y la dejo impresionada con mis conocimientos de idioma y monumentos. Qué bien pintaba todo sobre el papel.

Así que allí que nos fuimos. Partimos de Parayas en los aviones de un tal Ryan, y aterrizamos en Ciampino sobre el horario previsto. Todo en orden, así que procedo a llamar al apartamento para avisar de la llegada. El primer revés llegó al recibir la contestación. Un tío muy majo que hablaba perfecto español nos indicaba que nos esperaba para enseñarnos nuestro nidito de amor. Y allí estaba, efectivamente, dispuesto a darnos toda la información sobre el lugar itinerarios y monumentos a visitar. Yo le miraba pensando, "joe macho, no le des tanta información a mi novia que luego no me deja ir a ver lo que quiero", a la vez que me esforzaba por que no le mirase demasiado tiempo de modo que la hipnotizara con el famoso efecto italiano.

Así que nada, procedimos a hacer las visitas de rigor a la ciudad eterna más incursión a Florencia de un día. No les aburriré con los detalles. Sólo permítanme hacer una reflexión sobre la gente. Por un lado hablar de los habitantes autóctonos. Una raza especial. A parte de la manía que tienen de hablar en italiano, destacan varios rasgos:
  • El móvil es un complemento indispensable. Por la calle es necesario ir hablando por él. Lo mismo ocurre si vas conduciendo (da igual que sea una moto). Además, con uno no es suficiente. Deben poseerse un número entre dos y cinco que te permitan aprovechar todas las ofertas de las operadoras de modo que no dejes de hablar.
  • Ir a la moda no es una opción, es obligatorio. Los complementos deben ser cuanto más llamativos mejor, véase gafas que cubran desde la frente al bigotillo o bolsos en los que cabría mi maleta para una semana. Además no se puede llevar un pelo mal colocado. Para ello se inventó la gomina.
  • Si la pasarela dice que estamos en temporada de otoño-invierno lo estamos y punto. Si hace 35 grados a la sombra es culpa del tiempo que está fuera de onda. Por lo tanto, la chaquetilla de punto tan mona que te has comprado y el foulard-bufanda de la boutique puede llevarse sin problema.
  • Mover las manos para hablar ayuda a la comprensión. Si no las mueves no transmites bien el mensaje.
  • Los estereotipos sí funcionan. Si tú ves un venerable anciano hay dos opciones: o es un capo de la mafia con el traje a rayas o es el típico viejete cachondo que va tirándole los tejos a las jovenzuelas.
Una vez descrita la fauna del lugar, pasaremos al otro tipo mayoritario de habitantes de Roma: los turistas. Hay características que los unen. Van siempre equipados con su cámara y su plano (en algunas ocasiones de dimensiones bíblicas) y con una ropa en ocasiones en desacuerdo con el clima, dependiendo del fondo de maleta. Hay comportamientos comunes a todo grupo de turista. Es necesario quejarse por la cola que hay y mandar un emisario para ver hasta dónde llega. Además siempre van organizados. El que lleva el mapa es el líder y todos le siguen, pudiendo ser éste profesional, lo cual se notará si posee algún artilugio de colores llamativos que lleva en la diestra alzada. Un problema común son los grupos sin guía dominante. Suele provocar airadas discusiones entre mapas o a la puerta de algún restaurante. Pero analicemos un poco más algunos de estos visitantes según nacionalidades:
  • La española es la más fácil de distinguir. Basta con localizar los que griten más o los que más están haciendo el imbécil. Son peligrosos en grandes grupos. Comentarios habituales que suelen hacer son "Vaya mierda de ruinas, si sólo son piedras mal puestas", "Pues esto en mi pueblo lo tenemos también y no hay tanta cola" o "Ellos dirán que su comida es muy buena, pero donde este un buen bocata de jamón...".
    • Mención aparte merecen los "resabidos" y para ilustrar su modus operandi tiraré de anecdotario personal. Domingo 8.30 zulú. Ciampino Airport, 2 horas antes del vuelo. En la puerta de embarque aparece el vuelo anterior hacia una ciudad alemana cuyo nombre no reproduciré por sentirme incapacitado ante tanta consonante junta. Alemanes que me sacan una cabeza empiezan a arremolinarse en torno a la fila. A esto llegan dos parejas de la listillos. Preguntan "¿Priority board?", a lo que obtienen indicación hacia la fila reducida. Se sitúan orgullosos de tener prioridad para subir, mirando con una sonrisa la larga cola adyacente. Comienza el embarque. Al llegar nuestros protagonistas el empleado pone cara de póker y les dice: "Ustedes van en el siguiente avión". Pero para un resabido eso no es una derrota. Y para dejarlo claro añade uno de ellos "No, si ya pensaba yo que era muy pronto, pero pensé que nos tendrían sentados en el avión esperando". Si es que nada se escapa al entendimiento de esta raza superior.
  • Los orientales. Sí, digo orientales porque soy incapaz de reconocer entre nacionalidades específicas. Sólo una cosa me queda clara, si quisieran dominar el mundo ya lo habrían hecho, pues son omnipresentes. Ni en un baño podrás librarte de su presencia. Destacan por ir en manadas (el término grupo se queda corto) y ser reacios a adoptar costumbres occidentales. La cámara es una extensión de su mano, y su apariencia es cada vez más sofisticada.
  • Los americanos. Su atuendo siempre es particular. El uso de sombreros de cowboy o las chanclas con calcetines les delatan. Da igual las exquisiteces culinarias del lugar, se les podrá encontrar a la hora de cualquier comida en los McDonald´s.
Y una vez hecha esta reflexión me retiro esperando haberles entretenido aunque sea un poco. Siento haberme extendido, sé que seré reprendido por ello por cierto miembro de la cúpula directiva si llega a leer esto, pero podré con las críticas. ¡Hasta pronto!

miércoles, septiembre 24, 2008

21.097 (Toma II)

En capítulos anteriores el diablillo de mi hombro izquierdo había comentado que está muy mal dejar las cosas a la mitad, y que no tiene ningún sentido correr media maratón cuando ya está inventada la maratón entera. Seguramente ustedes, amigos lectores, pensarán que esa afirmación es una de las mayores gilipolleces que han escuchado, porque en realidad lo que no tiene ningún puto sentido es correr medias maratones cuando uno puede estar tranquilamente chingando en casa, y oigan, no seré yo quien les quite la razón, pero es que, entiéndanme, odio que me digan que no tengo cojones de hacer algo, y menos si se trata del diablillo de mi hombro izquierdo. Porque me cae como el culo.

Así que uno, que no acaba de escarmentar con su ya amplia experiencia sufridora, se propone para el año que viene recorrer los 42.195 jodidos metros de una jodida maratón. Pero claro, eso ya son palabras mayores, ahí no se va así a la buena de dios, como suelo ir yo a los sitios, joder, que 42 kilómetros son muchos kilómetros. Con lo cual, por una vez en la vida, y sin que sirva de precedente (quede claro), uno decide hacer las cosas como dios manda y entrenar un poquillo. Y en ese pormenorizado y concienzudo plan de entrenamiento basado en el famoso axioma deportivo de hacer cada día lo que te salga del ojete (muy recomendado por afamados entrenadores), decidí que la primera piedra de toque iba a ser la media maratón del Bajo Pas. Porque sí, porque me pareció adecuado a las circunstancias circundantes de mi propia circunscripción. Lo que les digo, viva el entrenamiento planificado.

Y hete aquí, colegas, que los caminos del señor son inescrutables, y que un día cualquiera que andaba yo atareadísimo hablando por el mesenyer, voy y me encuentro en la red de redes con mi compañero menosmolero Juanisho, al que sé de buena tinta que le encanta ver como me jodo la vida en gestas deportivas de dudosa altura. Y le comento lo de la media maratón. Venga ya, me dice él. Que sí colega, que te lo juro por snoopy. No puede de ser, tío, osea, qué súper fuerte, tío, yo también me la estoy preparando (inciso: juanisho es un tipo chachi que no habla como un gilipollas osea, pero es que así tiene más gracia). Anda ya, tío, qué súper bien, tío, así sudamos juntos, tío. Ya te digo, tío. Pues hasta otra, tío. Ya te digo, tío.

Así que ahí andábamos el señor Juanisho (que tiene unos atributos hueviles que no le caben entre las piernas) y servidor, a las 10 de la mañana del día de autos, untados de vaselina hasta el corvejón, listos y dispuestos para machacarnos de forma estúpida, gratuita y totalmente absurda. Objetivo propio después de cinco semanas a razón de 30 kilómetros semanales, intentar hacer 1h45’. O lo que viene a ser lo mismo, a 5’ el jodido kilómetro.

Y dieron la salida. Y claro, salimos. El primer kilómetro en 5’15’’. Calentando. El segundo y el tercero en 5’. Las sensaciones reguleras, no acabas de notar las piernas sueltas. En el cuarto ya empieza la maquinaria a carburar. A partir del 5 empiezas a clavar el 4’45’’ cual metrónomo suizo. Sobrado. En el 7 pasas a un amiguete y te haces unos metros con él. Qué tal. Bien, tira a ver si te sigo. Por el 10 en 48’45’’. Miras atrás, ni rastro del amiguete. Joder chaval, esto lo vas a acabar pagando y lo sabes. Pero el pulso va bien y no te duele nada (sorprendentemente) así que a tomar por culo, banzai, a mi señal ira y fuego y si reventamos, pues qué le vamos a hacer, para eso está el cuerpo, cojones. Por el 15 en 1h12’15’’. Casi 3 minutos mejor que el objetivo. Joder, y la cosa aún pinta bien. Estoy hecho un toro. Pues a tomar por saco, en los 6 últimos hay que echar el resto, a ver si bajamos de la 1h40’. Así que le das otra vuelta de rosca al cuerpo y bajas una corona. A ver hasta dónde llegamos. A partir del 17 cada kilómetro pesa como una puta losa, pero aún vas con fuerza y ahí no se afloja aunque te den dos ostias, por tus santos huevos que se baja del 1h40. En el 19 vas tirando de un grupillo de 6 o 7, pasas una curva de derechas y te plantas delante del único repecho del recorrido. Tú ya venías sobre aviso, pero joder, en el 19 ya se está para pocas alegrías y eso es una jodida pared. 100 metros hasta arriba. Se oye blasfemar a tu espalda. Tú ni miras, que cada perro se lama su ciruelo amigos. Llegas arriba temblando y miras el reloj a ver cómo va el tiempo. Cálculo mental rápido: para entrar en menos de 1h40’ en poco más de kilómetro y medio hay que comerle al reloj 50’’. Tocas a zafarrancho, y a saco paco. Ahora hay que sacar de donde se pueda, si es que a esas alturas queda algo dentro. Ni miras las pulsaciones, para qué, piensas, que se joda la patata y bombee la cabrona. Entras en meta en 1h40’9’’. Su puta madre. Por nueve cochinos segundos. Su putísima madre.

Una chiquilla se acerca a darte agua, la coges (el agua), y entonces es cuando tu puto corazón de dos velocidades decide meter segunda. Cagoentroya. Te mete tal latigazo en la cabeza que te quedas de pie por el canto de un duro y porque hay una valla cerca. En esas se acerca la andaluza (que me acompaña a todas estas cosas para ver si hay suerte y se libra de mí de una vez) a preguntarme qué tal. Bien jodido, nena, bien jodido. Pero si lo has hecho de puta madre. Sí, pero me ha dado la chunga. Qué imbécil eres, ¿y por qué coño no te has parado, gilipollas?. Coño, que me ha dado de parado, y no me hagas hablar que se me suben todavía más y no está el horno para bollos. Venga, a un banco, a sentarse. No te preocupes, que ya sabes que ahora se me pasa. El ahora se convierte en 15 minutos y ni atisbo de pasarse, así que uno empieza a mirar de reojo a la ambulancia y se pregunta cuánto tardarán en llegar hasta ti, y si encontrarán el botón de reinicio. Aparece Juanisho. ¿Bajaste de dos horas?. Sí tío, de largo. Qué raza tienes, chaval. ¿Tú qué tal?. Ya ves, un poco acelerado. ¿Como cuánto?. Ando por las 200. ¿Desde hace mucho?. Como 20 minutos. Joder. Ya te digo.

Pero bueno, a los 30 minutos, justo antes de que la andaluza empezara a llamar al Samur, a los Geos, a la Guardia Civil, al cura y a la funeraria, todo volvió a su cauce habitual. Así que bien está lo que bien acaba. Y ya estamos más cerca del objetivo de 1h35’ antes de ir a la maratón. La de Barcelona. El 1 de Marzo. Fecha marcada con rojo sangre en el calendario. Pero esa, será otra historia.

P.D: Por cierto, que el gran hakuna menosmolero (tío de puta madre donde los haiga), y su santa (tía de puta madre donde las haiga), también vinieron a animar y a ver lo que quedaba de nosotros en la meta. Un tipo muy salao el gran hakuna, así que no se le ha ocurrido otra cosa mejor que plantar esto en el youtube. Un cachondo, sí. Quede en mi descargo que después de correr tanto, uno bebe mucho, y claro, por algún sitio tiene que salir tanto líquido. Just do it, my friends.


jueves, septiembre 11, 2008

Seguimiento video-gráfico del interior del LHC

Preocupados como estamos en este blog por el desarrollo sostenible, el avance científico y la perpetuación de la especie del asno común malacitano, considero preciso advertirles de que mucho me temo que las cosas por el CERN en realidad no van tan bien como pretenden vendernos la comunidad científica, la prensa, y nuestro enviado especial al lugar de los hechos.

Vali ha utilizado sus conocimientos avanzados en sistemas de video-vigilancia (y megafonía, sólo que no viene al caso) para ofrecernos la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

Ojo al dato y recen lo que sepan a la deidad que estimen oportuno.

Disfruten lo que les queda antes de formar parte del infierno sub-atómico.

miércoles, septiembre 03, 2008

Una plaga imposible de controlar

Mi vuelta a la actividad posteadora no podía ser de otra manera que no fuera por una denuncia. Todos sabemos lo que son las modas en el mundo, en todos los ámbitos de la vida, desde ropa, complementos, estilos, arquitectura, bla bla bla... El problema de estas modas es cuando se convierten en obsesión, en plagas, o peor aún en elementos que se creen necesarios.

En el post que hoy nos ocupa, me centraré en una de las cosas más peligrosas que existen ahora mismo en las ciudades de España, los BADENES. Ahora mismo te descuidas dos días y te ponen un badén en la puerta de casa. Y ojo que a quien escribe le parece muy bien lo de controlar la velocidad, que a los chicos con sus coches molones que se creen que viven en el GTA o en The Fast and the Furius no les permitan hacer el canelo y tantas otras cosas. Pero por favor, las cosas con orden, bien señalizadas y en su sitio.

Hace un tiempo se pusieron de moda los de plástico amarillo, el pueblo reaccionó de la manera esperada, arrancándolos. No les debió hacer mucha gracia a las autoridades y su reacción fue inmediata, ponernos bordillos en mitad de las calles. De hecho en algunos casos, los bordillos son más bajos que los badenes. No quiero ser pesado pero voy a hacer una lista de los sitios que no son convenientes poner badenes:
  • Cambios de rasante,
  • cuestas con cambio de pendiente, y mucho menos sin señalizar,
  • curvas casi ciegas,
  • subidas.
Como consideración adicional, por favor, si ponen arcenes, señalicenlos, que se vean, que la crisis es muy dura y la amortiguación del coche no se puede cambiar todos los meses. Sirva de fotodenuncia esta fotografía gentileza de forocoches:


Me quiero despedir con unos versos para reencontrarme con nuestro lector:

Por las mañanas arranco mi día,
medio sobado,bastante empanado,
en mi coche tengo el culo pegado,
cuidados empiezo a recorrer la vía

llego tarde, pero con alegría
pero un puto badén me ha amargado
sin esperarlo me lo he tragado
cabrón quien le puso, le patearía.

Hasta las narices de ese vaiven,
ya sea de plástico o de asfalto,
si puedes escapa por el arcén

que ya empiezo a estar bastante harto
de los saltos que nos pega el badén,
y cada día están mucho más alto.


Desde "El hogar de los menosmola" promovemos el uso responsable y respetuoso de cualquier vehículo. Porque más vale perder un segundo en la vida, que la vida en un segundo.