En
capítulos anteriores el diablillo de mi hombro izquierdo había comentado que está muy mal dejar las cosas a la mitad, y que no tiene ningún sentido correr media maratón cuando ya está inventada la maratón entera. Seguramente ustedes, amigos lectores, pensarán que esa afirmación es una de las mayores gilipolleces que han escuchado, porque en realidad lo que no tiene ningún puto sentido es correr medias maratones cuando uno puede estar tranquilamente chingando en casa, y oigan, no seré yo quien les quite la razón, pero es que, entiéndanme, odio que me digan que no tengo cojones de hacer algo, y menos si se trata del diablillo de mi hombro izquierdo. Porque me cae como el culo.
Así que uno, que no acaba de escarmentar con su ya amplia experiencia sufridora, se propone para el año que viene recorrer los 42.195 jodidos metros de una jodida maratón. Pero claro, eso ya son palabras mayores, ahí no se va así a la buena de dios, como suelo ir yo a los sitios, joder, que 42 kilómetros son muchos kilómetros. Con lo cual, por una vez en la vida, y sin que sirva de precedente (quede claro), uno decide hacer las cosas como dios manda y entrenar un poquillo. Y en ese pormenorizado y concienzudo plan de entrenamiento basado en el famoso axioma deportivo de hacer cada día lo que te salga del ojete (muy recomendado por afamados entrenadores), decidí que la primera piedra de toque iba a ser la media maratón del Bajo Pas. Porque sí, porque me pareció adecuado a las circunstancias circundantes de mi propia circunscripción. Lo que les digo, viva el entrenamiento planificado.
Y hete aquí, colegas, que los caminos del señor son inescrutables, y que un día cualquiera que andaba yo atareadísimo hablando por el mesenyer, voy y me encuentro en la red de redes con mi compañero menosmolero Juanisho, al que sé de buena tinta que le encanta ver como me jodo la vida en gestas deportivas de dudosa altura. Y le comento lo de la media maratón. Venga ya, me dice él. Que sí colega, que te lo juro por snoopy. No puede de ser, tío, osea, qué súper fuerte, tío, yo también me la estoy preparando (inciso: juanisho es un tipo chachi que no habla como un gilipollas osea, pero es que así tiene más gracia). Anda ya, tío, qué súper bien, tío, así sudamos juntos, tío. Ya te digo, tío. Pues hasta otra, tío. Ya te digo, tío.
Así que ahí andábamos el señor Juanisho (que tiene unos atributos hueviles que no le caben entre las piernas) y servidor, a las 10 de la mañana del día de autos, untados de vaselina hasta el corvejón, listos y dispuestos para machacarnos de forma estúpida, gratuita y totalmente absurda. Objetivo propio después de cinco semanas a razón de 30 kilómetros semanales, intentar hacer 1h45’. O lo que viene a ser lo mismo, a 5’ el jodido kilómetro.
Y dieron la salida. Y claro, salimos. El primer kilómetro en 5’15’’. Calentando. El segundo y el tercero en 5’. Las sensaciones reguleras, no acabas de notar las piernas sueltas. En el cuarto ya empieza la maquinaria a carburar. A partir del 5 empiezas a clavar el 4’45’’ cual metrónomo suizo. Sobrado. En el 7 pasas a un amiguete y te haces unos metros con él. Qué tal. Bien, tira a ver si te sigo. Por el 10 en 48’45’’. Miras atrás, ni rastro del amiguete. Joder chaval, esto lo vas a acabar pagando y lo sabes. Pero el pulso va bien y no te duele nada (sorprendentemente) así que a tomar por culo, banzai, a mi señal ira y fuego y si reventamos, pues qué le vamos a hacer, para eso está el cuerpo, cojones. Por el 15 en 1h12’15’’. Casi 3 minutos mejor que el objetivo. Joder, y la cosa aún pinta bien. Estoy hecho un toro. Pues a tomar por saco, en los 6 últimos hay que echar el resto, a ver si bajamos de la 1h40’. Así que le das otra vuelta de rosca al cuerpo y bajas una corona. A ver hasta dónde llegamos. A partir del 17 cada kilómetro pesa como una puta losa, pero aún vas con fuerza y ahí no se afloja aunque te den dos ostias, por tus santos huevos que se baja del 1h40. En el 19 vas tirando de un grupillo de 6 o 7, pasas una curva de derechas y te plantas delante del único repecho del recorrido. Tú ya venías sobre aviso, pero joder, en el 19 ya se está para pocas alegrías y eso es una jodida pared. 100 metros hasta arriba. Se oye blasfemar a tu espalda. Tú ni miras, que cada perro se lama su ciruelo amigos. Llegas arriba temblando y miras el reloj a ver cómo va el tiempo. Cálculo mental rápido: para entrar en menos de 1h40’ en poco más de kilómetro y medio hay que comerle al reloj 50’’. Tocas a zafarrancho, y a saco paco. Ahora hay que sacar de donde se pueda, si es que a esas alturas queda algo dentro. Ni miras las pulsaciones, para qué, piensas, que se joda la patata y bombee la cabrona. Entras en meta en 1h40’9’’. Su puta madre. Por nueve cochinos segundos. Su putísima madre.
Una chiquilla se acerca a darte agua, la coges (el agua), y entonces es cuando tu puto corazón de dos velocidades decide meter segunda. Cagoentroya. Te mete tal latigazo en la cabeza que te quedas de pie por el canto de un duro y porque hay una valla cerca. En esas se acerca la andaluza (que me acompaña a todas estas cosas para ver si hay suerte y se libra de mí de una vez) a preguntarme qué tal. Bien jodido, nena, bien jodido. Pero si lo has hecho de puta madre. Sí, pero me ha dado la chunga. Qué imbécil eres, ¿y por qué coño no te has parado, gilipollas?. Coño, que me ha dado de parado, y no me hagas hablar que se me suben todavía más y no está el horno para bollos. Venga, a un banco, a sentarse. No te preocupes, que ya sabes que ahora se me pasa. El ahora se convierte en 15 minutos y ni atisbo de pasarse, así que uno empieza a mirar de reojo a la ambulancia y se pregunta cuánto tardarán en llegar hasta ti, y si encontrarán el botón de reinicio. Aparece Juanisho. ¿Bajaste de dos horas?. Sí tío, de largo. Qué raza tienes, chaval. ¿Tú qué tal?. Ya ves, un poco acelerado. ¿Como cuánto?. Ando por las 200. ¿Desde hace mucho?. Como 20 minutos. Joder. Ya te digo.
Pero bueno, a los 30 minutos, justo antes de que la andaluza empezara a llamar al Samur, a los Geos, a la Guardia Civil, al cura y a la funeraria, todo volvió a su cauce habitual. Así que bien está lo que bien acaba. Y ya estamos más cerca del objetivo de 1h35’ antes de ir a la maratón. La de Barcelona. El 1 de Marzo. Fecha marcada con rojo sangre en el calendario. Pero esa, será otra historia.
P.D: Por cierto, que el gran hakuna menosmolero (tío de puta madre donde los haiga), y su santa (tía de puta madre donde las haiga), también vinieron a animar y a ver lo que quedaba de nosotros en la meta. Un tipo muy salao el gran hakuna, así que no se le ha ocurrido otra cosa mejor que plantar esto en el youtube. Un cachondo, sí. Quede en mi descargo que después de correr tanto, uno bebe mucho, y claro, por algún sitio tiene que salir tanto líquido. Just do it, my friends.