jueves, septiembre 09, 2010

Una de patatas asadas (II)

... continuando.

Te meten al quirófano con tu bata que deja el culo al aire. Huy pobre, dice una de las enfermeras, está temblando de frío. Le puedo asegurar que no es de frío, señora. Pero bueno, un mocetón como tú, si esto no es ná. Señora, no me toque los cojones, ande. Aparece el cirujano. Qué, chaval, cómo va eso. Pues de puta madre hombre, pero lo que tiene que ir bien no soy yo, es su pulso. Ah, no te preocupes por eso, ya me he tomado un par de carajillos mañaneros y eso me lo estabiliza mucho… que no, es broma. Me parto el puto culo, oiga. Te ponen la anestesia justo para el pinchazo en la femoral. Notas subir el catéter por las tripas. Viva. Se ponen a enredar mirando unas pantallas que tú no ves. Ni respiras no vaya a ser que eso les moleste. Ya la tenemos, te dice el cirujano, atento que va. Automáticamente tu corazón se pone a 200. Vale, ya veo. El cirujano viene hasta tu cabeza. A ver chaval, dos noticias, una buena y una mala. No me joda. La buena, hemos podido acceder por la vena femoral así que no te tenemos que pinchar la arteria, que es más jodido. Vale, chachi. La mala, lo que tenemos que quemar está a menos de medio centímetro de lo que NO tenemos que quemar bajo ningún concepto así que aquellas probabilidades de 1 sobre 1000 de que todo se vaya al garete en tu caso son más altas. Mecagoensatán y en la puta estadística, ¿cuánto más altas?. Es difícil de decir, pero más altas seguro. Joder, colega. Bien amigo, tenemos dos opciones, primera, lo congelamos, esto es muy preciso pero poco fiable, así que casi seguro que no toco lo que no hay que tocar, pero también es probable que sigas teniendo el súper poder ¿entiendes?. Entiendo, ¿y la segunda?. Pues nos la jugamos a todo o nada, y lo quemo, esto es fiable casi al 100%, o sea, que te quitamos la sexta velocidad, el problema es que existe un cierto riesgo de que te quitemos también la primera velocidad y volvamos a todo aquello del marcapasos y tal. La puta. Vale, ¿qué prefieres?. ¿Cómo?. Que qué prefieres. Pero vamos a ver, señor médico, estoy aquí tirado en la cama de operaciones, con luces y aparatos infernales, con el ciruelo al aire y un cable metido por la ingle que llega al corazón y con el que estáis haciendo putos experimentos y me preguntas que qué prefiero, ¿pero tú eres imbécil o qué?¿tengo yo cara de haber estudiado puta medicina?, joder, ostia, haga lo que tenga que hacer, pero con seguridad, cagoenlaostia, no venga aquí a hacerme preguntas para las que no tengo puta respuesta. Lo siento, es tu decisión. Tócate los cojones, mariloles. Miras al anestesista, que es el padre de un buen amigo, con ojos de cordero degollado. El tipo te mira y pone mala cara, “irlandés, que te lo congelen”. Ya has oído, hijo de la gran puta, congélalo.

Y lo congelaron. Y todo fue como tenía que ir hasta que al jueves siguiente que yo ya no podía estarme más entre cuatro paredes salí a correr y mi patata de nuevo, oh campos de soledad mustios collados, volvió a meter sexta. Maldita sea mi estampa, joder, ostia, puta. La andaluza y tu madre acogen la noticia con alegría desbordada. Llamas al cirujano de nuevo. Oiga, que soy el irlandés, que lo de congelarlo no funcionó, que sigo con el súper poder. Se lo dije. Ande y no me toque los bajos, que visto lo visto todo el mundo es listo. Pues nada, a quemar, no se preocupe que está chupado. Deje de decirme que no me preocupe joder. Ah sí, y chupado está el coño de su puta madre.

Te vuelven a meter al quirófano con la bata con la que se te ve el culillo. La enfermera te saluda como si estuvieras en la terraza de un puto bar, “hombre, otra vez por aquí”. Ya ve, es que me gustó la primera y vengo a repetir, de hecho a lo mejor me saco un bono de 10, como en el metro. Aparece el cirujano. A ver chaval, muy importante, no te muevas, no hables, y si puedes, no respires. Le miras con cara de incredulidad, ¿esto es un puto chiste o qué?, o sea, ¿que el hecho de que queme o no eso que NO tiene que quemar depende de que yo tosa, o estornude, o me rasque las pelotas?, venga hombre, no me joda, áteme o algo ostia, asegúrese de que no me muevo, joder. Ná, no hace falta, pero vamos, que no te muevas cuando yo te diga. Joder, lo que me faltaba para el duro. Se ponen a enredar de nuevo mirando a las pantallas. Me provocan de nuevo la taquicardia. En un momento dado allí no habla ni dios, y yo aprieto el culillo como en mi puta vida. El cirujano, que tiene cara de muy pocas bromas, mira al que maneja el sedante (que esta vez no es el padre del amigo) y le dice que me dé más chicha. Me voy a los mundos de Yupi.

La andaluza, mirándome con cara neutra. Joder nena, dime que no tengo un puto marcapasos. No tienes un puto marcapasos. Dime que me sigue funcionando el ciruelo. Eso ya no te sabría decir, luego probamos. Ok. Viene el cirujano. Bueno chaval, todo ha ido perfecto, ha costado un poco más de lo previsto pero todo bien. ¿Qué significa que ha costado un poco más de lo previsto?. Bueno, a ver, ¿tú conoces el juego de las siete y media?. Sí. Pues nada, esto es igual: he quemado, y seguía el súper poder, he vuelto a quemar, y seguía el súper poder, he quemado un poco más, y allí que continuaba persistente, y ya habíamos sacado como un seis, así que la cosa estaba en si pedía carta o no, al final hemos cruzado los dedos, hemos pedido carta, y ha salido bien, no nos hemos pasado. Chachi, ahora bien, le voy a decir una cosa maldito hijo de la gran puta, la próxima vez se va a ir a jugar a la puta ruleta rusa con el puto corazón de su puta madre. Coño, qué carácter. Ya ve.

Y eso es todo. Ahora se supone que ya soy normal. Que me puedo ir a Nepal a congelarme tranquilo. Y que nunca me tocará la lotería, porque ya gasté mi parte de fortuna en los juegos de azar.

miércoles, septiembre 01, 2010

Una de patatas asadas (I)

Toda esta mierda empezó cuando mi señor progenitor A, para gran disgusto de mi señora progenitora B, vino y me dijo que si me apuntaba a ir a Nepal. A subir no sé qué pico de 6.500 metros. Ah, pues naturalmente, faltaría plus. Si hay que ir a Nepal, se va, y punto. Tampoco hay mucho mejor que hacer por aquí. Fue entonces cuando recordé lo de mi súper poder cardiaco. Básicamente el súper poder consiste en que cuando a mi patata le parece correcto, mete sexta velocidad y se pone a unas 230 pulsaciones (en 247 está el récord, aunque creo que podría superarlo sin mucha dificultad). Como quien no quiere la cosa. Con la gorra. Así dicho suena muy terrible, pero en realidad lo único que hay que hacer cuando te da el súper poder es sentarse, relajarse y esperar a que el puto corazón vuelva a su ser habitual, cosa que sucede en unos pocos minutos. Si no sucediese, pues entonces ya mejor se llama a una ambulancia para que venga rauda y veloz a que te inyecten no sé qué movidas que hacen que todo funcione otra vez según los ritmos canónicos de los corazones sin sexta velocidad. Y santas pascuas.

Todo esto, claro está, al nivel del mar. Ya más arriba no sé cuáles son los protocolos para conseguir que todo vuelva a la normalidad. Así que decidí ir a preguntárselo a mi cardiólogo de cabecera. El tipo en cuestión, que es todo amabilidad, me preguntó muy solícito que si yo era gilipollas, que si realmente tenía algún retraso, que si estudiaba para ello, o que si sólo me gustaba hacérmelo. No, no, señor cardiólogo, se lo digo en serio, ¿puedo irme a Nepal?. Por supuesto, imbécil, puedes ir, lo que no vas a hacer es volver como a eso que llamas corazón le dé por meter sexta por encima de 5.000 metros. Ah, ya veo. Qué cojones vas a ver, maldito irlandés, tú no ves una puta mierda, si vieras algo te habrías operado hace ya tiempo como te he repetido hasta la saciedad y no andarías jugando a la puta ruleta rusa haciendo maratones y mierdas de esas, ostia, que cualquier día te da un puto infarto, y si no es a ti, a tu madre. Ah, ya veo. Deja de decir que ya ves, joder, y vete a Nepal a ver si así me libro de ti de una puta vez. Bueno, hombre, no se sulfure, si se va a poner así me opero y punto, aquí paz y después gloria.

Así que me operaron. Dos veces. Es que se ve que la primera sólo fue para practicar. De hecho creo que ya que estoy metido en faena voy a ver si me hago alguna de estética también, porque me han comentado que con la crisis la Seguridad Social es como el Carrefour y tienen 3x2 en operaciones. Así que saliéndome por el mismo precio, no es plan de desaprovechar. Y además siempre quise la nariz de Brad Pitt.

Bueno, a lo que iba, que me operaron. El temita en cuestión me lo explicaron como sigue. Tú no te preocupes chaval que esto es muy sencillo. (Por qué iba yo a preocuparme, hombre, no tengo ni la más mínima preocupación, los médicos siempre me han dado mucha confianza, sí señor). Bien, lo que vamos a hacer es meterte un catéter por la vena femoral, llegar al corazón, encontrar el nervio que no debería estar y que hace que tu patata tenga el súper poder, provocarte la taquicardia, quemarlo, y volver a sacar el catéter. (Chachi piruli). En caso de que por la vena no podamos acceder a lo que hay que quemar, pues te pinchamos la arteria y repetimos el proceso. (Ah, ¿y no podrían mirar primero a ver dónde está eso que quieren quemar para acertar a la primera?). No, no podemos. (Chachi). Pues eso es todo. (Un segundo colega, no tan rápido, ¿y si queman lo que no hay que quemar?). Ah, entonces tu patata se queda sin señal y se para. (Ajá, mire, yo no tengo muchos planes de futuro, pero uno de ellos es seguir viviendo, y de lo que recuerdo del colegio para poder llevar a cabo dicho plan es bastante fundamental que mi patata no se pare). Ah sí, no te preocupes, te revivimos con las palas, y te ponemos un marcapasos de por vida, pero las probabilidades son de 1000 a 1. (Ya, a mí me parecen muchas probabilidades). No, que va, son bajísimas, casi nunca pasa nada. (Casi nunca). Sí, casi nunca, ande firme aquí, ¿quiere leerlo?. (No, gracias).

Continuará…