miércoles, diciembre 21, 2011

Una de anuncios navideños

Ni la promoción solidario-revolucionario-capitalista del imperio de la cola (por cierto, temazo diga lo que diga cónyuge b) ni leches en vinagre. La mayor genialidad de estas Navidades está en el mundo de los cárnicos.


Por diferentes motivos, como escarpias, oigan.

Hala, a ver si ustedes también tiran de buen humor y alguno se arranca con los sonetos menosmoléricos tiempo atrás perdidos, que yo estoy más en modo prosa.

viernes, diciembre 09, 2011

Una de volcanes a la irlandesa

Ya sé que dije que iba a contar lo de mi primer finde por yankilandia, y las noches de Halloween que se complican, y las lluvias de ostias que aterrizan donde no deben. Pero es que ando un poco vago. Tengan en cuenta que “un poco vago” es una mejora considerable respecto a mi estado habitual de abulia extrema (voy a hacer una pausa para que los de la ESO puedan buscar abulia en el diccionario).


Pues eso, que yo soy el que escribo, así que hago lo que me sale de los cojones, y como no me apetece extenderme mucho, pues hoy toca fotomental.

Toda esta mierda empezó cuando mi padre, o progenitor A, o como ostias se le llame ahora de forma altamente paritaria al esclavo mayor que está en tu casa y que tiene polla, vino y me dijo: oye, hijo imbécil (que es redundante, porque todos sus hijos son imbéciles), me comenta nuestro amiguete Miguel que si nos vamos a Ecuador. Joder, padre, ¿qué cojones se nos ha perdido a nosotros en Ecuador? Volcanes. Padre, ¿qué te ha dicho el médico de desayunar con ginebra? Hijo con pinta de irlandés, cada día que pasa eres más tonto, estos volcanes están en los Andes y son muy altos, de esos que te gustan a ti. Ah coño, eso es otra cosa. ¿Y qué le has dicho a Miguel? De momento nada, estoy en negociaciones con tu progenitor B (que de los dos esclavos, es el que tiene vagina y tetas). Bien pensado, voy a negociar yo con la andaluza también. Ánimo hijo, que la fuerza sea contigo. Lo mismo le digo, padre.

Bueno, pues resulta que las negociaciones fueron fructíferas, y que nos largamos tres semanas para allá con otros cuatro amiguetes, a comprobar si subir montes en los Andes es tan jodido como por Nepal. Y sí que lo es. Especialmente cuando tu puto guía está como las jodidas maracas de machín, y decide que eso es una carrera, y llegas a 6.300 y pico metros, con 15 bajo cero, a las 5 de la mañana, y te tienes que tirar una puta hora en la cumbre, esperando a que amanezca metido en un puto agujero en la nieve, para poder sacar una puta foto que demuestre que tú estuviste allí. Todo eso, claro, mientras cuentas chistes (por aquello de que un chiste nunca hizo mal a nadie, y doscientos tampoco) y te preguntas si algún día volverás a sentir los dedos de los pies.

Pues eso, que como dicen mis antepasados celtas “a picture is worth a thousand words”. Así que ahí van. Unas pocas.



Pues eso, jodidos volcanes, se hacen cargo, supongo.



Curiosamente en los volcanes también amanece.



Que sí, muy bucólico y pasotril, pero cansa de cojones.



Lo que les decía, de cojones.



Pero llegar, se llega.



En realidad todo esto se hace por dinero, así que ahí va un poco de publi (mis fans femeninas deben de estar destilando agüita de limón).



Anda, otro volcán.



Curiosamente en los volcanes también atardece.



Una puta hora chupando frío, para esto.



Lo jodido es que ahora habrá que probar con el Aconcagua. Pero esa ya será otra historia.

That's all folks.