martes, diciembre 22, 2009

Al fin encuentro una razón para visitar Madrid

Ante la magnitud de la noticia y la necesidad de informar con premura, haré mías las palabras de mi colaborador Valich, indisimulablemente entusiasmado ante la exclusiva que acaba de leer:

Buenoooooooooooooooooooooooo. Notición. Post inmediato. Hito histórico. ¡Corre!

Y yo, que soy un mandado, corro, porque además es Navidad y estas cosas se pueden hacer en estos horarios en esta época del año. Espero.


Una nueva estrella llega a la constelación madridista. Florentino sabe lo que se hace. Ahora a esperar que ponga fecha y hora a la presentación galáctica de Marko en el Bernabéu. De su esposa, más bien. Me río yo de las señoras de Beckham, Raúl y Van der Vaart.

Ya tenemos modelo para esa nueva línea de lencería merengue que se comercializará en breve. Tablas y experiencia en el ramo ya tiene la chiquilla.

El nuevo oscuro objeto de deseo de la plantilla blanca

NOTA: Este posteo y las declaraciones en él reflejadas se han realizado con el consentimiento implícito de cónyuge b. O eso creo. No busquen fantasmas donde no los hay. Carroñeros.

miércoles, diciembre 16, 2009

El Bezana Junior, enfrentado a un novedoso reto

A pesar del silencio auto-impuesto en esta temporada, tanto del blog como deportiva, estimo conveniente salir de la hibernación para compartir con nuestros lectores el curioso acontecimiento vivido ayer mismo.

Con el ánimo de hacerles partícipes de nuestra trepidante vida como dinámicos entrenadores de baloncesto de un equipo juvenil cántabro, y que cuenten con información de primera mano evitando así la influencia nociva de bulos de todo tipo, que sin duda correrán por la red, procedemos a continuación a emitir un comunicado oficial (descartando la posibilidad de convocar rueda de prensa, ya que no damos bien en cámara) relatando los hechos según nuestro punto de vista, de la forma más objetiva posible.

Como título de nuestro relato les ofrecemos tres posibilidades; la elección del definitivo queda a gusto del consumidor y del futuro editor de nuestras memorias. Porque al paso que vamos, no duden que para las próximas Navidades tendremos preparado un best-seller detallando, estilo Phil Jackson, nuestras peripecias durante 2 trepidantes temporadas con el Bezana Junior.
  • "¿Puede un café provocar un gran conflicto?"
  • "El efecto mariposa llega a Soto de la Marina"
  • "¿Qué puede ocurrir si se juntan dos energúmenos?"
La ola siberiana llegada en los últimos días hacía a este Diciembre menos cálido de lo deseable. Quizá por ello Coach H & Portu decidieron, tras salir algo más tarde de lo habitual los Martes del trabajo, quedarse en el hall de entrada al edificio de Caminos tomando un café/chocolate de máquina, el de los muy cafeteros/chocolateros, para entrar en calor mientras preparaban el entrenamiento de la jornada, en el que esperaban introducir un par de novedades y virar una vez más el rumbo de la nave, por nonagésima ocasión en apenas 3 meses de temporada.

Todo ello, sumado a la decisión de compartir coche por motivos de ahorro, nunca tomados a la ligera dada la cuantía del sueldo recibido por las labores desempeñadas en el Club, y la necesidad de trasladar material (balones, ropa deportiva, bollitos) del automóvil descartado para el viaje hacia el oficial, el majestuoso Scirocco del primer entrenador, junto con el hecho de que un todoterreno aparcado en doble fila no permitía la salida de la plaza de aparcamiento, desembocó en una llegada a las 19.10 al pabellón Ángel Pelayo en Soto de la Marina. 10 minutos sobre la hora fijada como de inicio del entreno. 10 minutos que a la postre se revelarían fatales.

A nuestra entrada, topamos con un escenario compuesto por luces apagándose, olor a pólvora de baratillo, mocos de entre 12 y 15 años totalmente ajenos al baloncesto con pintas de las que podríamos denominar y el sonido de la melodiosa voz del bedel profiriendo gritos con mensajes del tipo "¡A tomar por culo, todos a la mierda!". Al parecer el tipo había decidido de su mano mayor que el pabellón cerraba y que todo el mundo tenía que irse a su casa.

Ante nuestra estupefacción, tratamos de informarnos de lo sucedido preguntando al mencionado ordenanza, lo cual se revela imposible, y al entrenador del equipo Cadete, con el que por temas de precariedad hemos de compartir cancha durante buena parte de nuestros entrenos semanales y llevaba allí desde las 18.30. Éste nos informa de que esos chavalejos, los cuales han mirado con ojos lascivos nuestra bolsa de balones a su salida del recinto, han estado tirando petardos y armando bulla en el pabellón, tanto en el día de autos como en precedentes, por no mencionar que se sospecha con fundamento que semanas atrás uno de ellos campó a sus anchas por el polideportivo, entrando al vestuario y afanando la cartera de uno de sus jugadores.

Tras conocer estos hechos, el segundo entrenador del junior procede a tratar de entablar conversación con el portero, que se encuentra ofuscado manoseando en el cuadro de luces y el cuarto de máquinas, visiblemente alterado. Después de poner en claro el problema de los petardos, se le expone que entonces la culpa será de gente ajena al baloncesto y no habrá que sufrir penitencia por ello, a lo que responde que los del equipo sí que han tenido su cuota de culpa. Alucinado por la revelación y sabiendo que se cuenta con buenas piezas en el elenco, se pulsa la opinión de los chavales, que niegan la mayor y alegan que ellos solamente estaban jugando en la media cancha que les corresponde, a la espera de la llegada del cuerpo técnico.

Reunidos en rápido brainstorming, se toma la decisión de que Coach H tire de galones y contacte por vía telefónica con la presidenta bezanera y exponga lo que está aconteciendo en ese mismo momento. Mientras tanto, Portu prosigue con sus pesquisas, y descubre que la queja referente a los baloncestistas no es otra que el haber agredido mediante balonazos lanzados a la grada al bedel, el cual se encontraba limpiando la misma. Válgame, válgame. “Pues entonces identifique a esos elementos subversivos, les echamos del entrenamiento, y el resto podemos continuar con la práctica del baloncesto. No van a pagar 24 por culpa de 2.” Nasti de plasti. Puesto en contacto con el capitán, tipo sensato más payasete como el que más, éste reconoce que como es habitual había estado chutando un balón, de esos que usan los cadetes o la gente de gimnasia de mantenimiento, y en una ocasión se le había escapado hasta dar un golpetazo contra la pared inferior de la grada, pero nunca impactado contra el apreciado personaje que alegra nuestros días. Imaginando que por ahí pueden venir los tiros de la queja, se intenta nuevamente entablar conversación con él, a media luz y entre corrientes, que resulta mucho más romántico, claro. A todo esto, el encargado del gimnasio, otro que tal baila, anda profiriendo voces contra la pandilla de los petardos, que se mofan de él desde el exterior del pabellón, anunciando que se libran porque son menores que si no otro gallo cantaría. Otro que anda calentito, vaya.

El tipo no atiende a razones, reclama que no se le trate de usted ni se le pida tranquilidad y sigue en sus trece de mandar a todo el mundo a la calle, mientras su colega grita para quien quiera escucharle que ha hablado por teléfono con la presidenta, a la vez que agita su móvil. Muy bien, oiga, tres hurras por usted. Ya somos unos cuantos los que han hecho eso mismo. En el alboroto, cuando ya se ha dado el entrenamiento por perdido y se ha decidido dejar de intentar razonar con ambos sujetos y no insistir más con que al menos encienda la luz para recoger el material del Club que ha quedado por la cancha (“¡Ya lo haré yo mañana! ¡Encima eso, lo haré yo!” Pues hombre, si se enroca y no nos deja a nosotros, es lo mínimo, sí, digo yo), va el amigo y en su alocado caminar de lado a lado de la pista topa con el mencionado capitán juvenil que andaba el hombre buscando a tientas, con su cara de acojonado, el pantalón de su chándal. Ahí se desata la bestia, y girándose raudo cual felino artrítico se encara con el chaval diciéndole algo así como “¿Y tú encima me haces la zancadilla? A ver si te voy a meter dos ostias, eh”. Es en ese momento cuando se toman cartas en el asunto y se acude a atemperar los ánimos y a hacerle ver que no ha habido tal zancadilla más que en su imaginación, que a oscuras y nervioso es factible tropezar con cosas y/o personas, pues no se ve un carajo. Que si quieres arroz, Catalina. “¿Tú me estás llamando idiota o qué? ¿No sabré yo si me están poniendo la zancadilla?”. En fin, quién me mandaría a mí ejercer de Koffi Annan. A todo esto Coach H invocando al sentido común y rogando por no mandar a la calle, a menos de 5ºC, a chavales sudando y en pantalón corto, con un grado elevado de idiotez pues pocos son los que llevan ropa de abrigo, cuyos padres o autobuses no vendrán a buscarles hasta pasado un buen rato. Invocación con los resultados que ya podrán imaginar, claro.

A nuestra petición de calma y relajación, durante el desalojo definitivo del pabellón, uno de los junior, exponente del macarrismo pero que precisamente hoy había llegado casi tan tarde como los entrenadores y que cuenta con una relación de odio-odio-amor con el bedel, comienza a decir, en un alarde de clase, distinción y manejo de los tiempos “Anda viejo, a ver cuándo te echan de una vez y nos dejas tranquilos”. La reacción del tipo no se hace esperar y se abalanza sobre él quitándose la chaqueta y haciendo ademán de enchufarle un par de yoyitas ricas, a lo que quien suscribe reacciona en plan machote (el canguelo ante la posible recepción de regalito iba por dentro, así como recuerdos de un incidente similar ocurrido en Cinesa años atrás… al menos esta vez no llevaba las gafas puestas) interponiéndose entre ambos y frenando al sujeto agresor, una vez más reclamándole tranquilidad.

Ante nuestro comportamiento, a todas luces inadmisible, el ordenanza se ve obligado a llamar a la Policía Local, presentándose dos agentes de la Ley y el Orden en el pabellón al poco rato. Durante ese periodo, y mientras Coach H sigue haciendo llamadas, se consigue hacer entrar en razón al bedel del gimnasio, el cual confiesa que sí, que él ya sabe que son sólo 2 los “trastos”, pero claro, es que el hombre está pasando por un mal momento personal, con dos juicios contra el Ayuntamiento a puntito de celebrarse y claro, está alterado. Aaaaaaaaamigo, ahora ya nos vamos entendiendo. “Tenéis que tener más cuidado, porque un día este hombre va a coger una barra de hierro y va a dar un golpe a uno, y se busca un problema porque son menores”. Eeepa, tranqui, tronco, ni aunque fuera mayor. Aquí predicamos la respuesta pacífica, nada de agresiones. “Sí, sí, pero es que un día este hombre va a coger una barra de hierro y son menores y….”. En plena conversación reveladora, los jovenzuelos comienzan a murmurar “Eh tío, que han venido los locales” y salimos todos al exterior, a chupar fresquíviris.

Dado el revuelo y las caóticas “explicaciones” del denunciante, en las que reclama que los chicos le han tirado a dar con los balones a la cabeza, la espalda, la tibia, el peroné y el maléolo izquierdo [NOTA: 3 de las 5 son una licencia artística, retamos al lector a que las detecte], además de asegurar que querían pegarle y que para culminar tenían la costumbre de escupir en su garita y romper material del recinto, diciendo también que “Levanten un atestado si quieren“¿Un atestado? ¿Contra quién?” “Pues contra mí, como ustedes quieran” (¿este no era el que huía del tratamiento cortés hace un rato?), los policías optan por echar a los chavales a un lado y reclamar la presencia únicamente de sus monitores. Los que suscriben, vamos. Hala, a dar el DNI, mira qué bien. Buenas tardes, señor agente, yo soy Portu, ¿y usted? A todo esto, el tipo sigue pegando voces, sólo que ahora como es la pasma la que le pide un poquito de por favor, agacha la cabeza y empieza a excusarse con que él sólo sabe hablar así. Uno de los polis se lo lleva a un lado mientras el otro se dedica a tomarnos datos y declaración a los 3 entrenadores, con el otro encargado ya más calmado pululando por ahí. Cuando se reúne nuevamente a todas las partes implicadas, y se verifica que ahí no hay escupitajos de ningún tipo ni se ha roto nada, la cosa pasa por afirmar que bueno, hoy no, pero otros días sí. Y ya que estamos abriendo nuestros corazones, pues hombre, lo cierto es que los balones no me han dado, pero alguno había por la grada… ejem…. A todo esto, el entrenador del Cadete inquiere por el tema de los petardos al policía que había acompañado al portero, a lo que el poli, con cara de extrañeza responde “¿Petardos? ¿Quién ha hablado de petardos? Este hombre sólo denuncia que le han agredido con balonazos”. Surrealismo cómico digno de Berlanga. El otro agente, ejerciendo eficazmente su papel de “yo apoyo a la otra parte” dice cosas del tipo “es que los chavales de ahora… sí que hace frío fuera, sí, estos chavales no pueden estar así… ajá, sí, umm, muy interesante, en efecto… claro, claro”.

Coach H, en tono conciliador y sosegado, trata de poner cordura y aclarar las quejas y buscar posibles soluciones, pidiendo que no se hable a gritos, y que se señale a los jugadores del junior que la han liado (porque al menos parece claro que los Cadetes mientras entrenaban tenían difícil haber hecho nada de lo que aseguraba el interfecto) para echárselos del entreno y el resto pueda continuar normalmente, a lo que nuestro héroe replica en mitad del discurso: "Mira, chaval, no hables con tanta finura, que un hombre habla así como yo… un hombre ha de ser…. ¡leal!". Ojipláticos, oigan. Cómo se va a quedar uno ante semejante aseveración. Ahí ya el señor entrenador tiró de mala baba acumulada y clase y respondió un suave “Yo hablo como me sale de los COJONES”. No sé en qué tipo de situaciones habrán de mediar habitualmente los polis estos, pero creo que ayer se han echado unas buenas risas a nuestra costa.

El entrenador Cadete vuelve a tratar razonar con el bedel, echándole en cara el que se haya encarado con chavales de 15 años, a lo que encuentra réplica del sujeto negándolo todo. Claro, el colega de profesión vocacional me mira a mí, que lo he sufrido en mis carnes por partida doble eso del encaramiento, pero viendo el percal y en cierto modo no queriendo buscar más problemas a nadie opto por la sonrisa irónica y la petición de dejarlo correr, mientras la policía asiste expectante al siguiente capítulo del culebrón.

A todo esto, el amigo del demandante comentando a la autoridad eso que nos había confesado antes de que el hombre anda alterado por asuntos personales y tiene dos juicios pendientes, y el protagonista diciendo al aire “Si yo sé quién tiene la culpa de esto, sí. El Ayuntamiento y el Concejal, sí”. Digo yo que esto se puede encuadrar dentro de la calificación “Cavar la propia tumba”, ¿no? Pero vamos, que los agentes de la ley tampoco tenían ganas de complicarse mucho y toman la salomónica decisión de hacer caso al demandante, autoridad donde las haya, y cerrar el pabellón previo encendido de luces para recoger el material abandonado por la cancha. Y si alguien pilla una pulmonía o tiene problemas de otra índole, que se ponga en contacto con el Ayuntamiento o quien sea menester. Ah, y vosotros dos, los entrenadores del Junior, a ver si dejáis de encubrir a vuestros jugadores y les metéis en vereda, eh, que ya os vale. Que ellos son chavales y siempre hay alguno que alborota más que el resto, pero vosotros tendréis que controlarlos. Encima de cornudos, apaleados, claro que sí. Vamos a ver si les ponemos correa y bozal, ya que estamos. Total, debe de ser lo único que nos falta.

Pues nada, reunimos a la fresca a los jugadores presentes, les comentamos a grandes rasgos la situación y lo que se les pide de ahora en adelante (interacción nula con el portero y nada de tocar un balón hasta que no se comience el entrenamiento oficial), informamos a uno de los padres de los ya marchados cadetes de que se ha suspendido el entreno y se ha ido la gente a casa, aprovechando para encasquetarle 5 juveniles y que les conduzca a sus hogares ya que pasaba por allí, y a otra cosa.

A grandes rasgos, ese fue el tremendo episodio de ayer, que sin duda entra en la antología de lo absurdo que salpica las temporadas 2008/09 y 2009/10. Se entra pronto al curro para poder ir a entrenar, te haces tus 24 Km de rigor con dicho entreno preparado, y tienes que volverte para casa sin más ni más. Mi no comprender.

Conclusión breve y frase gancho digna de Twitter: “Llegamos un día 10 minutos tarde a entrenar y acaba viniendo la policía”. Real como la vida misma. Entre unos y otros se te quitan las ganas de baloncesto, oigan.