lunes, noviembre 08, 2010

El don de la oportunidad

Y es que no he podido elegir mejor fecha para mi retorno a la vida activa tras una prolongada ausencia (when prolongada == medio embarazo y pico): el día del juicio final cántabro, nada menos.

Porque un compañero de trabajo se ha pasado la jornada murmurando cual mantra "pues mañana va a ser peor", que si no daría por hecha la llegada del "Diluvio universal II. Esta vez, no habrá arcas que valgan.".

Y es que por si no fuera poco con el atascazo estilo A-2 que me jamé como un mi alma al término del tramo laboral matutino (otro día hablaré del premio que merece el tipo que pensó que era una buena idea modificar la circulación de forma que para llegar de A hasta B ahora tienes que irte a una rotonda situada en Z; pista, empieza por "la" y acaba por "pidación"), luego hube de sumar una titánica lucha a la pata coja contra los elementos en forma de vientos huracanados y océanos mugrientos callejeros, ante los que me debatí cual salmón, y de la que no salí muy bien parado.

Vuestro sacrificio no será en vano

Quién me mandaría a mi ponerme farruco con la doctora cuando me insistió en proseguir una temporadita más de baja. Ahora lo más gracioso va a ser tener que pasarme de nuevo por la consulta para ver qué soluciones me ofrece contra la neumonía galopante.

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