miércoles, junio 10, 2009

¿Crisis? ¿Qué crisis?

El retorno del rey (no el hijo de Arathorn, ni de Nach, sino el tipo éste que aparece cada Navidad en TV diciendo lo mismo) a la región trajo consigo un incremento de temperaturas más que considerable, con lo que cónyuge b lo vio claro y propuso sesión de ejercicio cardiovascular relajado aderezado con una intensificación del bronceado de forma natural. Vamos, que estuve paseando por la ciudad de 16.30 a 21.30. Loseta, asfalto, hierba, arena,... Pude demostrar que me defiendo en más superficies que Rafa Nadal.

Pero uno no es inmune a la fatiga, y 10 años sin deporte de élite pasan factura, así que a mitad de viaje solicité tiempo muerto, utilizando eso sí la infalible excusa de "venga, mujer, que te invito a algo, que con este calor tendrás sed".

Y esa parte salió bien, vaya que sí. Donde no estuve tan acertado fue en la elección de lugar en el que reposar de forma merecida. Me dejé llevar por el corazón y sucumbí a los cantos de sirena del bar nombrado como mi patria chica, lo que acabó por mostrarse una decisión poco afortunada por causas de inminente revelación. Antes, una muestra de los productos ingeridos:

Mi caña con limón nenaza se convirtió en una caña + una fanta limón, alcanzándose así una nueva dimensión de pijoterío

Y ahora, sin rodeos, la razón de mi estupor y esos dolores a la altura de la cadera que me acechan en sueños:

Propina de 5 céntimos auto-incluida por el camarero no reflejada

Un considerable sopapo a mi modesto sueldo. Me está bien empleado por listuco. Suerte que en el paseo de la semana anterior se optó por la "versión pobre" y el gasto se limitó a 1€ de botellín de agua.

Para la próxima no habrá que despreciar a la mítica fuente pública, que para salir del apuro vale.

1 comentario:

El Retirao dijo...

Yo la mayor de esas que recuerdo fue 5€ por un botellín de agua en Berlín. Y lo peor de todo es que sabíamos el precio por adelantado... pero es que no había tenido más calor en mi vida.