jueves, marzo 04, 2010

Sobre anormales de la pepitilla

Por fin. La espera ha sido larga, pero como siempre ha merecido la pena. Naturalmente ha vuelto a ser ella, quién si no. Huy, qué falta de respeto la mía, perdonen el desliz, quería decir Ella. Con mayúscula, faltaría más. La Mujer por excelencia y por antonomasia, la tipa que es tan hembra que tiene cinco reglas a la semana, la progesterona en estado puro, los ovarios hechos carne, la feminazi por decreto, vamos, resumiendo, nuestra querida y celebérrima ministra de igual da (que me da lo mismo). Y es que nunca se la valorará lo suficiente como humorista. Un no parar, amigos. Este ser desprendido y siempre al tanto de los males que asolan a la sociedad, en un alarde de comprensión de las angustias de la ciudadana media, ha decidido gastarse la viruta en un estudio de evidente utilidad para el mundo (y la munda). Coño, que ya iba siendo hora de que por fin alguien se preocupe por analizar de forma concienzuda y sin tabúes los problemas que de verdad importan a las personas de a pie. Mierda, no sé cómo hemos podido sobrevivir hasta ahora sin… (chunchun, chunchun):

Sí amigos varones (y lesbianas). Nos han jodido. Pero bien. El puto mapa del tesoro. Ya saben, la X siempre marca el lugar. Ahora ya no va a haber excusa para no acertar. Orgasmos a tutiplén, y ni un gracias después, claro, porque será lo mínimo exigible. Lo que nos faltaba para el duro. No les digo más que se lo digo tó. A mi parte contratante se la hizo el chichi cocacola según leyó la noticia, mientras músicas celestiales (el Aleluya de Haendel y esas movidas) sonaban a su alrededor. Se hacen cargo de la situación, supongo. Desde entonces está en un sin vivir deseando que empiecen ya de una vez a repartirlo por la calle en divertidos y coloridos libelos informativos de tipo tríptico, para que me lo estudie de cabo a rabo a ver si de una puta vez consigo dar con la pepitilla. Buena la hemos hecho. Espero que por lo menos tengan la decencia de dar un GPS con el mapa, ya saben, tipo los de los coches, de esos que pitan más rápido cuanto más cerca estás del radar. Para hacerme una idea de si la cosa está fría o caliente.

Ya me imagino yo los innovadores métodos para follar que van a surgir a partir de ahora. En la mesilla de noche en vez de vibradores, geles lubricantes, berenjenas, bolas chinas, látigos, esposas y demás enseres típicos del fornicio, habrá compases, sextantes, transportadores de ángulos, y cartas astrales de latitudes y longitudes. Vamos, lo que viene siendo toda la impedimenta básica para que un buen marino llegue a puerto. Además, como ayuda básica para los navegantes torpes, en breve proliferarán por doquier los cursos tipo “aprenda a interpretar mapas en mil palabras”, o “explore el chumino en cinco cómodos pasos”, todos ellos por fascículos, y con una guitarra de regalo (ningún curso está completo si no te regalan una guitarra).

Ahora, una de las cuestiones que me carcomen y me mantienen en vilo desde que leí la flonante noticia es qué potorro habrán utilizado de modelo para tal tarea. Supongo que el de la ministra, naturalmente. El único potorro verdadero, el chochus maximus, la sublimación del chichi, las doce tribus de almejas era (que me perdone Don Francisco). En breve lo expondrán en el museo de patrones y medidas de París con un cartelito tipo, “higus potorrae, mapa clitoriano 2010”. O algo por el estilo. Por eso digo yo que haya estado desaparecida un tiempo (en el que he vivido sin vivir en mí ante la falta de noticias), porque estaba sirviendo de modelo para el mapa. Y eso, por mucha prisa que te quieras dar, lleva un ratuco. No es fácil encajar en un sitio tan estrecho a un ingeniero de minas y a dos topógrafos, con sus instrumentos de medida, ya saben, brújulas, tránsitos, teodolitos, odómetros, niveles fijos y basculantes, y todas esas cosas que seguramente nuestra ministra ahora conozca al potorrillo.

De todas formas quiero hacer un llamamiento desde aquí a las mujeres del mundo. Y es que, mis queridas amigas, ningún marino, por excelso que sea, es capaz de llegar a ningún sitio sin ver las estrellas. Así que aplíquense el cuento y reduzcan arbustaje, que si no, por mucho mapa, mucho GPS, y mucha buena voluntad que pongamos es imposible entrar en la cueva. Te quedas enredado. Además, nos da miedo la oscuridad, y los animalillos de la jungla. Poden, amigas, poden sin miedo. Las lianas nos impiden ver el lago. O, en su defecto, que la Aído regale un machete con el tríptico.

Pues nada, expectante quedo ante próximas entregas de este nuestro ministerio. Ya he puesto su web de página de inicio. Quiero ser el primero en leerme el estudio “El 69, ese gran desconocido: v2.0”. Aunque ese será sólo para expertos, no me jodan, encontrar la pepitilla, del revés, con la lengua, y encima con distracciones. Digno del circo del sol, amigos. Para ese, en vez de un mapa, van a tener que hacer la puta cartografía de las indias orientales.

PS: Por cierto, querida bibi, que como eso de hacer mapas sólo de pepitillas es muy poco paritario, y para que vea que en realidad soy un tipo comprensivo y súper enrollado de la muerte, la informo de que me ofrezco voluntario para que hagan también un mapa del glande. Eso sí, la pediría, si es tan amable, que antes viniera a comérmelo todo enterito para que así esté limpio cuando llegue el cartógrafo. O la cartógrafa.

1 comentario:

Portu dijo...

No está mal su selección de sinónimos y apodos para salva sea la parte. Precisamente ayer cónyuge b me hizo partícipe de un texto en el que trataban el tema. Usted podría haber contribuido, sin duda.

Por cierto, ¿berenjenas?

Y ya sabe lo que dicen, son como los guisantes...