viernes, febrero 13, 2009

Sobre turgentes turgencias

Bueno, pues ya está, joder, ya no soy un bicho raro, ya me lo leí. Que ya iba siendo hora, porque últimamente iba por la calle y la gente me miraba, me señalaba y se cambiaban de acera cuchicheando con el de al lado, mira ese, que aún no ha abierto el sagrado manuscrito. Se hacen cargo supongo, vade retro satanás, demonio yo te maldigo, y todas esas cosas que se le dicen a los irlandeses, a los muy feos, y a otros seres chungos del universo. Pero bueno, como les digo, después de mi largo peregrinar por el lado oscuro, regresé al lado perlán de la fuerza después de cruzar el umbral de una librería, comprarme Los pilares de la tierra, y echármelo al cuerpo en divertidas sesiones nocturnas.

Así que hoy les voy a contar de qué va el libro en cuestión. Para aquellos que ya conocen mis críticas cinéfilas, no es necesario que diga que si no han leído el libro y tienen pensado cometer tal atrocidad, que no sigan con el post (aunque va a ser gracioso que te cagas) porque seguramente acabe destripando toda la trama, si es que hay tal cosa como una trama en el ladrillaco al que me refiero. Para los que no han leído ninguno de mis comentarios fílmicos seguramente también sea necesario avisar de que si son muy sensibles a los tacos tampoco continúen adelante, porque tengo una patológica tendencia a cagarme en todos los putos muertos de aquellos que me hacen perder el tiempo con bazofias de cualquier tipo (y más si el truño ocupa 1000 páginas, porque quieran que no, tampoco es que uno se lea un truño de 1000 páginas en una tarde).

Bueno, pues allá va. La historia va de la construcción de una catedral, o al menos eso es lo que dice la contraportada. Pues muy bien. Así dicho, no hay nada que objetar. Las catedrales molan. Ahora bien, como de costumbre, del dicho al hecho va un trecho, porque aquí lo de menos es la catedral de los cojones. Veamos qué es lo de más:

- El bueno buenísimo. Es un cura católico, apostólico, y romano, que cuida de niños perdidos en bosques y construye catedrales, además de comerciar con lana, dar misa, rezar dieciocho horas diarias y levantar ciudades opulentas y turgentes. Es recto, piadoso, justo, honrado, turgente, temeroso de Dios, activo, trabajador, sencillo, turgente, casto, puro, incorruptible, probo, íntegro, turgente, austero, leal, y otra pila de cosas que ahora no recuerdo. Coño, aunque en el libro no lo comenten (porque la humildad es otra de sus incontables virtudes), es el primer y único caso de turgente ser humano canonizado antes de su muerte y resurrección (porque tengan por seguro que el súper cura en cuestión resucitó y subió a los cielos y ahora está sentado a la derecha del padre). Qué cojones, el tipo es tan jodidamente bueno buenísimo, que Dios Padre Todopoderoso Omnipotente Turgente y Etcétera, le dio a Jesucristo una patada en las posaderas y le mandó sin contemplaciones de vuelta a la tierra para que tomara ejemplo, para que le crucificaran por segunda vez, y para que confesara sus pecados al monje en cuestión.

- El otro bueno buenísimo. Es un niño abandonado en un bosque del que cuida el cura santo. Crece, es listo que te cagas, y le construye su catedral al cura santo. Por el camino se folla turgentemente a la buena buenísima (porque desde que le abandonan en el bosque hasta el final, también le crece la polla), tiene un hijo con ella, mata a su hermanastro cabrón y otra serie de cosas todas ellas denotando su gran bondad y su inteligencia sin par.

- La buena buenísima. Es un pivón del quince, hija de un noble asesinado injustísimamente que te cagas. Los mismos que asesinan a su padre la violan y la arrebatan su flor. Ella como mujer fuerte de la muerte se sobrepone a sus miserias y se convierte en la más lista y poderosa comerciante de lana del mundo mundial que cuida desinteresadamente de su hermano cabroncete (este es sólo cabroncete porque dentro de la amplia variedad de auténticos hijos de puta que aparecen en el libro el chaval este es apenas un poco imbécil y desagradecido). Luego se casa con el hermanastro cabrón del otro bueno buenísimo (el súper listo que construye catedrales), pero tiene un turgente hijo con el otro bueno buenísimo, y al final mata al cabrón insensible y todo es un follón de tres pares de cojones, pero el resumen es que ella está casi a la altura del cura santo.

- El malo malísimo. Aquí la cosa está jodida, porque toda Inglaterra está plagada de malos malísimos empeñados en joderles la vida al cura santo, al constructor listo, y al putón verbenero. Pero bueno, la palma seguramente se la lleve el menda que mata al padre de la buena guarrísima. Evidentemente lo mata con saña, crueldad y turgencia, y luego encima va y viola a la hija delante de su hermano (esto último no es muy importante porque en realidad el hermano es un desagradecido y un cabroncete, así que que se joda). Luego no puede soportar que la zorra buenísima salga adelante y triunfe en la vida así que se dedica a violar a molineras, a matar a molineros, a incendiar ciudades opulentas levantadas por curas santos, y todas las cosas que se podrían esperar de un malo malísimo e hijo de puta.

- La madre del malo malísimo. De esta sólo sabemos que es una zorra sin escrúpulos y fea de cojones.

- El otro malo malísimo. Es un cura de rango superior al bueno buenísimo, y que tiene envidia de este último por todas las cosas que hace y porque a él también le gustaría ser tan molón. Básicamente se dedica todo el libro a putearle a saco, destruyéndole la turgente catedral cuarenta veces, y mandando al malo malísimo a que incendie su ciudad y a que viole a todas las mozas del pueblo (y mozos también, si se descuidan).

- La trama. Bueno, eso ya ha quedado más o menos claro con los personajes. El bueno buenísimo quiere construir una catedral que te cagas para honrar al señor, el otro bueno buenísimo se la construye, el malo malísimo viola a señoras, la buena buenísima trafica con lana y se folla a todo hijo de vecino, su hermano cabroncete hace alguna maldad no muy importante, y entre todo este jaleo hay una tipa que la gente cree que es bruja, una niña que ni pincha ni corta, y unos reyes dándose de ostias por ver quién es más rey. Bueno, en realidad todas estas cosas dan totalmente igual, lo único realmente importante es que el autor cuando ve que el tema decae (más o menos cada treinta páginas), pues va y mete alguna violación del malo malísimo, o algún turgente caliqueño de la zorra guarrísima, o alguna pajilla, o alguno se erecta, o a alguna se la hace el chichi colacao (naturalmente todo en alta definición y con multitud de detallicos). Resumiendo, que es una especie de mezcla entre Falcon Crest y Al salir de clase, pero en la edad media y con multitud de turgencias.

- Las turgencias. Esto es lo que más mola, sin duda ninguna (como ya habrán notado). Hay alguna turgencia en todas las páginas del libro. Todas y cada una de las tipas que salen en la historia tienen las tetas turgentes (excepto la madre del malo malísimo que ya ha quedado claro que era fea de cojones y que la gente echaba la pela si se le veían sus domingas). Es más, la catedral también es una turgente catedral, los árboles son turgentes, las ardillas, los patos, los hornitorrincos y, si me apuran, hasta la polla del malo malísimo es de una turgencia insuperable (siempre que esté violando a alguien, porque si no no se le levanta). Aunque la que se lleva la palma es la buena buenísima. Esa es la turgencia hecha carne. Por supuesto sus perolas son turgentes (incluso de vieja), su culo es turgente, sus muslos son turgentes, y su cerebro, si se pudiera estrujar, sería turgente. Es como la superheroína de la turgencia.

Evidentemente obvia decirse que al final del libro el bueno buenísimo acaba su catedral, la buena buenísima se casa con el otro bueno buenísimo, el malo malísimo muere gordo y ahorcado, el cura del lado oscuro lo pierde todo y se somete al bueno buenísimo, el hermanastro cabrón muere accidentalmente, el hermano cabroncete muere feliz matando moros, y todo en general parece un puto libro de los Hollister en el que, aquellos que no han sido malos y por ende no están muertos, pasean por la campiña de la mano, sonriendo, cantando alguna canción de sonrisas y lágrimas, y comiendo pastel de turgentes arándanos.

6 comentarios:

Portu dijo...

Si los mencionaodos "hornitorrincos" no tuvieran esa "h" inicial muda, aspirada y todo lo que se quiera, ¿seguirían destacando por su turgencia? ¿O tan sólo por su corrección gramatical?

En cuanto a la trama, uno pensaba que la cosa era que en la Edad Media, a falta de gas natural, se calentaban como buenamente podían, pero leídos más libros del turgente autor, debo reconocer que el seudónimo con que le bautizó Miguelovas resulta de lo más revelador: Ken Follet -eo. Así no induce a error al posible comprador.

MalditosTacones dijo...

Es difícil que deje de leer un libro una vez empezado.
Me cuesta y me suele producir verdadero cargo de conciencia. Así que, lo habitual es que acabe leyéndolo a pesar de la úlcera.
Con "Los Pilares de la Tierra" no fue así. Gasté parte de mi salario mensual en Almax, omeprazoles y demás protectores gástricos para superar que, una vez llegada a la segunda página, esta MalditosTacones era incapaz de digerir ese bodrio.
Oye, y desde entonces, estupendamente. Ya no me da verguenza alguna confesar que yo: "No leí Los Pilares de la Tierra", ni que tampoco tengo intención alguna de intentar volver a hacerlo.

Besos, muchos, Irlandés.

Miss.Burton dijo...

Joder, pues menudo paquete¡ Yo es que este libro, como se lo ha leido peña de esa que dan ganas de ahorcarlos a todos, pues siempre lo dejé en standby. Pero coño, has hecho un comentario de texto de la hostia, y no puedo menos que decirte, que enhorabuena. Eso sí, el final es todo tan predecible, y por lo que veo, hay tanto topicazo hecho realidad, que lo voy a dejar para otro momento. Ahora estoy con el cachondo de Michael Houllebecq, que molamazo, y con Douglas Coupland, que mola mazo también.
OLETUSHUEVOS, TÍO¡
BSSSSSSSSSSSSSSSS

Juan_isho dijo...

Yo tampoco lo conseguí acabar. Lo intenté, pero es demasiado para lo que el cuerpo de un humano estándar aguanta. Por eso valoro más a los que consiguieron acabarle, y me hacen gracia todos esos que dicen que es su libro favorito, que dudo mucho que algunos lo leyeran, pero queda muy bien que tu libro favorito sea un mazacote de 1000 páginas.

Akroon dijo...

Yo no he leído ese turgente libro... pero no he notado que la gente me señale por la calle ni me pregunten si también soy turgente o no, ni que nombren a Satanás y su pléyade.

Debe ser que como soy rubia, se me presupone idiota (pero turgente).

Ventajas de los clichés...

Anónimo dijo...

Yo también pasé por este calvario, y mira, desde que de niño dejé "Terror en Winnipeg", que nunca más he flaqueado y he conseguido acabar lo empezado en cuanto a literatura se refiere. A mi lo que me jodía es la vida padre del joputa del malo, que cuando no violaba y destruía montaba en su caballo de combate de aquí pa`llá, y los otros ante sus continuos desmanes que no se decidian por el suicidio colega...Murió si, pero cuando ya no podía con su alma y encima ¿ahorcado decis?, ya no lo recuerdo... Osea que murió con una gran erección... Si al menos yo tuviera una rubia turgente como la de arriba no le tendría tanta rabía al libraco.