jueves, marzo 13, 2008

La lista de Schindler

Con este título tramposo, a ver quién es el guapo que adivina por dónde van los tiros.

Venga, por ser vosotros, os doy una pista

Efectivamente, de ascensores.

Siendo más precisos: de ascensores de Santander.

Siendo más precisos: de ascensores de Canalejas.

Y no preciso más porque luego mi legión de fans asalta mi hogar, con la consiguiente pérdida de intimidad y sosiego. Y la somanta de palos de mis estimados padres.

Digamos que hoy (7 días arriba, 7 días abajo... es que desde que he perdido la musa estoy de un vago de la leche) en lugar de a las habituales 7.55, con tiempo de sobra para adquirir gratuitamente y echar la consiguiente (h)ojeada mañanera a un periódico de calidad contrastada y sembrador de polémica en mi apolítico recinto laboral como es el "Público", me he presentado en el laboratorio 10 minutos más tarde.

Pues sí, mi edificio no se ha destacado por la eficiencia y fiabilidad de estos artilugios, pero nunca, jamás, never, never, never, y así hasta siete, como Florentino con Beckham, me habían dejado tirado. Si acaso a algún vecino despistado, pero como paportu y yo somos los Cid Campeadores del bloque siempre les arreglábamos el entuerto. Nosotros y la voluminosa llave mágica desatranca-ascensores. No me pregunten si es que el resto de habitantes no la tienen o es que simplemente son así de torpes que no saben usarla, porque 22 años después yo aún no lo tengo claro.

Resulta que ayer se han puesto a pintar los susodichos aparatos una vez más, sólo 2 meses después de la última mano (de pintura, no se dispersen). La cual resultó a todas luces chapucera, porque ese verde que escogieron parecía más una descomposición que otra cosa. No me meto en lo de la escasa sapiencia de los operarios a la hora de advertir que las puertas pintaban, lo cual provocó que tuviera que regarme la mano con una combinación de agua oxigenada, acetona y Mistol, porque como bien saben todos ustedes aquí el menda es bastante patoso y eso ejerce de atenuante. Pues nada, contratamos a alguien para que nos lo vuelva a dejar bonito, bonito, como antes, con ese verde roña que tanto amábamos. Y quién mejor para hacerlo que ¡¡el jardinero!! Claro que sí, con dos cojones. Todo un hombre del Renacimiento. Lo mismo te poda una palmera, que te coloca un fluorescente, como tira de brocha gorda.

Aunque a la próxima igual mejor contratamos desde el principio a alguien que entienda mínimamente de la materia, porque esos chorretones y aquellos pegotes no quedan muy chic. Y además, bloquean las puertas. Y así nos va. La noche anterior tuve que darme la vuelta al mundo y a la manzana para subir a casa, y hoy directamente ahí me he quedado, en compañía de paportu, que el hombre llevaba prisa. Yo no, que eso de llegar siempre el primero tiene ciertas ventajas, como que nadie sepa a ciencia cierta a qué hora te has plantado allí. Al menos, hasta que decidan aplicar medidas extremas de control de acceso, que todo se andará, que unos no son una empresa tecnológica por afición.

Pero vamos, que divertida, lo que se dice divertida, dejó de ser la cosa al poco rato. Paportu optó sabiamente por usar ese nuevo panel de mandos que nos colocaron, adornado con botón especial de "llama al servicio de emergencia 24 horas", y pulsar el símbolo de alarma. "Alguien vendrá a socorrernos", exclamaba ilusionado, a la par que ingenuo. "Buah, nos atenderá el servicio ese que anuncian en el placa del cuadro de mandos", pensaba yo. Pues ni lo uno ni lo otro. Los vecinos, unos capullos vagos indecentes dormilones (hecho cierto en su mayoría, pero de algunos albergaba cierta duda razonable), y los de Schindler, debían estar en su hora del café o de contarse el fin de semana mientras hacen unas sopas de letras, porque allí seguíamos abandonados a nuestra suerte.

Si se concentran mogollón, verán dos preciosas manos haciendo figuras de origami

Yo empezaba a impacientarme, cagándome en la buena gente de Schindler, pensando que muy avispados no deben de ser, cuando mi unidad parental decidió quemar todas nuestras naves y utilizar su teléfono móvil para abrir la caja de Pandora, despertar a la bestia, clavar lanzas afiladas al toro: llamar a maportu, despertarla de su plácido sueño y que acudiera a socorrernos. Un valiente mi señor padre, claro que sí. Asumí en ese momento la tarea de apretar el botón amarillo con la campanilla, pero se ve que mi estilo no era depurado, por lo que paportu daba la chapa sin parar "¡¡Pero para un poco, que lo vas a fundir!!". Como bien sabéis todos, ese botón es antifusión y está para eso, para darle bien. Con ganas. Es una cuestión de orgullo: o el botón, o tú. Pero a lo que parece, aquí el jefe no lo ve así.

El amarillento botón de la discordia paterno-filial

Imágentes de "Destino Final" pasaban ante mis ojos, y no podía dejar de pensar en cierta canción ochentera. Pero maportu, en vista de que la voluminosa llave mágica desatranca-ascensores no aparecía por los cajones del taquillón de entrada a Portu's house (hay que lavarse la cara al levantarse por la mañana para acabar con las molestas legañas, amiguitos), optó por algo más expeditivo y soltó unos buenos zurriagazos a la puerta del ascensor, consiguiendo con sus potentes golpes un doble efecto:
  • Que yo me acojonara aún más
  • Que pudiéramos bajar
Y fueron moderadamente felices, porque era salir de una para acabar en otra, léase currelo.

Ah, y sí, la OPBL hizo acto de presencia. ¿A que no adivinan quién no fue, precisamente hoy, el primero en llegar al laboratorio? Porca miseria.


PS - Posteriormente me he enterado de que no tenemos activado el enlace directo molón con la asistencia 24 horas de Schindler, que la pela es la pela, así que debería retractarme de mis críticas a ellos, lo cual hago, pero sin variar el título del posteo, que me ha quedado muy en la línea del funny irish.

PS 2 - Más a mi favor para meterme con mis vecinos: malditos rácanos agarrados.

2 comentarios:

el_irlandés dijo...

Eso os pasa por no hacerme caso e intentar ser personas civilizadas, joder. Cuántas veces os lo tengo que repetir: que en esta vida casi todo se arregla a ostias. Y, de no ser así, por lo menos te quedas relajado de la muerte.

Juan_isho dijo...

Pues el de mi casa de maravilla, ya casi nunca te deja entre dos pisos. Aunque nosotros tenemos el botoncito activado. Hubiera sido bueno que te hubieran conectado con el jardinero pintor del que disponeis.