lunes, abril 25, 2005

Chinos y proyectos

A que no adivinan. Estoy hasta los huevos. Sí, sí, hasta los mismísimos orondos y lirondos cojoncillos. Malditos chinos de mis testículos. Bien. Bueno bien no, es una forma de hablar. Me explico. Como ya ha dicho portu y se ha repetido en varios artículos de este blog, todos los aquí firmantes estudiamos teleco. Bueno a ratos estudiamos y otros muchos ratos echamos partidillas de mus, ponemos motes a cada cual más gracioso a la gente que vemos por los pasillos, otros ratos sólo miramos culos y tetas, y los más se recuerdan anécdotas varias de las muchas moñas de nuestro ridículum vitae. Bueno, eso, que algunos ratos estudiamos, que es a lo que íbamos. Pues bien, resulta que yo tras múltiples y denodados esfuerzos, batallas sangrientas, tiras y aflojas, metes y sacas, baselinas y rodillas peladas y todas esas cosas que cualquier alumno se imaginará sin necesidad de que las mencione, me vi en septiembre, así sin previo aviso, ni un aparta que ya viene, matriculándome de quinto, que para el que no lo sepa (por ejemplo las secretarias) viene a ser el último curso de la carrera. Vamos el último año con tres meses de vacaciones y yo no lavo los platos que estoy haciendo una carrera y me puede venir mal para las neuronas, y mamá dame pasta que no veas cómo se ha puesto el calimocho. Resumiendo, el último año de tocarse la vaina someramente hasta el enrojecimiento preocupante del utensilio en cuestión.

Joder, quinto, qué chunga más grande, me dije yo así para mí mismo. Por qué no me metería en medicina que son 37 años más los 12 de especialidad, los 7 de residencia, y los 3 del master de punto de cruz para que las cicatrices queden monas a más no poder, seguí pensando yo todo concentrado en mis adentros. Ahora sí que la hemos cagado, y bien cagada, porque en quinto ya no hay vuelta atrás y a lo hecho pechos, y para colmo todos los profesores se vuelven de repente unos coleguitas de la muerte te lo juro por esnupi. Mierda. Bueno qué se le va a hacer, a ello vamos, qué remedio. El caso es que uno ya se ha hecho a la idea de que se acabó lo que se daba, y resignación que cuando no entran cartas pues no entran y punto, cuando viene tu madre y te pregunta, así como quien no quiere la cosa, que de qué vas a hacer el proyecto. Mierda. El proyecto. Joder. Joder. Joder. Es verdad. Joder. Pues de algo de comunicaciones y ondas y antenas y cables y esas cosas mamá, la respondes tú con aire de experto. Seguramente aparezcan senos y cosenos, y si tengo mala suerte alguna integral que otra, y, bueno, mi amigo furier me ayudará y ya lo tengo más o menos pensado. La táctica del aturullamiento no funciona. Es una madre y con las madres las tácticas no funcionan nunca, así que ella sin pestañear responde que sí, que lo que tú digas pero que lo vayas pensando muy seriamente junto a tu amigo furier porque el año que viene te va a seguir queriendo muchísimo pero mejor fuera de casa.

Así que vas y te diriges donde un profesor cualquiera que te haya causado más o menos buena impresión en los tira y afloja antes mencionados. Y el profesor te dice que huy qué bien que le hayas elegido a él como director de proyecto, pero que le traigas el expediente a ver si él te escoge a ti como pupilo, y claro tú le dices que eso con las secretarias está pero que muy complicado. Bueno al final te coge. No sabes muy bien porqué, pero te coge. Y te manda leer no sé cuántas cositas de esas que según las miras te dan ganas de llorar, con múltiples subíndices y superíndices y convoluciones y series y ni un solo dibujillo por ningún sitio. Así que tú, que eres un optimista y un vago, decides que es octubre y que huy cuánto tiempo queda y que ya lo irás haciendo. A los cuatro meses vuelves, y el profesor en cuestión te mira como si te hubiera visto en algún sitio pero no recordara muy bien dónde. Pues sí sí, a mí este chaval me suena. Quizá sea por lo feo. Tú le explicas que no, que no es por lo feo, que aunque él no lo sepa tú estás haciendo el proyecto con él. Qué cachondo dice él. No, de verdad, dices tú. ¿Y qué has hecho?, dice él. Pues nada de nada, dices tú. Ahhhh, apostilla él. Ves que la sombra de la duda aún planea por su rostro y se gira a ver si hay alguna cámara. No la hay. Es que yo soy asín. Así que el tío, que yo creo que en el fondo se está descojonando de la risa, pues decide que te leas otros papeles guays distintos a los anteriores que te mandó y que tú no leiste. Y, claro, como ya no es octubre pues decides leerlos y resulta que los han escrito unos chinos muy listos. Bueno tú piensas que son muy listos porque no se entiende un carajo y tras muchas deliberaciones contigo mismo decides que sí, que te vas a ciscal en todos los antepasados de cualquiela que sea amalillo no sepa plonuncial la ele y mile a la gente con ojos de sospecha.

Y luego encima resulta que voy por la calle tranquilamente con todos estos pesares y tribulaciones típicos de un santanderino en santander, cagándome en toda la dinastía ming, en los rollitos primavera y en el circo del sol naciente cuando me cruzo con una individua de alegre y positiva actitud ante la vida que de buenas a primeras coge y me dice que sonría. Opérese la cara la he respondido yo todo cortesía. Y, coño, ¿saben qué?, irónicamente eso me ha hecho sonreir.

Eso es todo por hoy, ya les mantendré informados sobre el devenir de este interesante e innovador proyecto. Sean felices y no traten con chinos. Perjudica a la salud y te hace decir cosas feas.

Forsa Alonso!

1 comentario:

Portu dijo...

Entonces, ¿de qué cojones va tu proyecto? No me ha quedao claro del todo. ¿Chinos vende-rosas, tal vez?