martes, diciembre 27, 2005

Mi amigo Guishermo y sho

Pues resulta que iba yo por los bajos fondos de los madriles (lo digo en el sentido literal porque iba en el metro), así tranquilamente y sin meterme con nadie cuando de pronto voy y aparezco en un sitio que se llama callao. Y qué haces. Pues lo de siempre cuando emerges en cualquier paradero desconocido de la capital imperial: miras a derecha, a izquierda, por alguna razón que aún está por descubrir también miras hacia arriba aún a sabiendas de que casi seguro que ahí arriba sólo siguen los pajaritos las nubecitas que nadie sabe a qué huelen y todas esas cosas, pones cara de tonto y te acercas a alguien que vaya a menos de a toda ostia y le preguntas que dónde queda la calle arrieros del monte. O la que toque. A lo que siempre recibes la misma respuesta que resumiendo es que a tomar por culo. Porque en madrid la distancia media para todo es esa precisamente: donde cristo dio las tres voces, pues no, un poco más allá. El tío pone cara de sapiencia infinita y te empieza a explicar con todo lujo de detalles y gestos evidentes por dónde queda la calle de marras. Claro tú en el quinto cruce ya has regresado a tu cara de tonto inicial. Como uno es educado le escucha que el tío se lo está currando a muerte y se siente útil a la sociedad y no es plan de quitarle la ilusión y cuando termina tú le das las gracias y te pones a andar para donde te sale de los cojones para gran desconcierto del individuo que no sabe qué decir porque no es por ahí por donde él te dijo. Ya lo sé, es por tocar los huevos.

Pues resulta que el día que me refiero me pongo a andar gran vía arriba, o abajo, o lo que sea que me da igual que me da lo mismo y de repente cruzando un paso de cebra de esos blancos y negros tan monos un buga de la ostia to espectacular con unas ruedas más anchas que las del tractor de mi tía y que no levantaba ni dos cuartas del suelo, va y se para al lado de la acera. Y un pivón del calibre 57 o más que se baja. Y uno que deja de mirar al coche y se pone a mirar al pivón. Y el pivón que te devuelve la mirada pero notas que ella más que babear como un cochino jabalín más bien busca un guardia al que denunciarte por puerco e indecente. Y tú que vas a silbar. Porque sí, porque ella se lo merece, coño. Y en eso que la puerta sigue abierta y se baja el tío que todo pivón del calibre 57 lleva siempre adosada a sus imponentes posaderas. Y uno que por alguna razón deja de mirar al buga y al pivón e instintivamente mira al maromo a ver si es más grande que tú y te va a meter allí mismo las del pulpo por cabrón y tú qué miras y a mi chica ni rozarla y todas esas cosas que dicen los maromos adosados a pivones del calibre 57. Y resulta que el tío es mi amigo Guishermo. Coño hermano. Cuánto tiempo. Cuánto lo siento. Y tú entenderás. Yo no sabía. Por supuesto desde el respeto tío. Qué simpática que parece. Y vente para acá y una foto pa celebrarlo. Ya te la mando para que tú también la pongas en tu blog y fardes de colega de la ostia. Naturalmente que iré a visitarte. Ah que vas con prisa, pues nada recuerdos a la familia y hasta otra brotha.

El tío me lo pide y yo me saco una foto con él, como no


Mientras se iba no sé qué le decía a las tetas que le acompañaban que ya la había dicho que se tenía que haber puesto las gafas o algo así. Claro como que no se alegraba de verme el muy cabrón. Es un bromista este Guishermo.

PD: para los no muy puestos en los mundos de las raquetas nadales y federers comentar que el pibe evidentemente es argentino, se apeshida Coria, le apodan "el mago" y de no estar el de manacor por ahí gananado torneos a machete sería el mejor jugador del mundo sobre tierra batida. Uno, que se mueve entre los grandes.

1 comentario:

Portu dijo...

Por lo menos este hace un amago de risa para la foto, no como el soso de Gasol. Eso sí, este es un tapón.
Por cierto, ¿tu mano derecha donde está metida exactamente?

¡Yo quiero ser deportista profesional para ir con una del calibre 57! ¡Buaah!