jueves, junio 22, 2006

Tribulaciones típicas de un viajante cualquiera

Hace no tanto escribí por aquí unas líneas sobre piscinas, fuerzas gravitatorias y espíritus juveniles que después dieron para muchas charlas, dimes y diretes. Pues bien, todo aquello no sucedió en la meseta sino en la bella italia. Sí señores, donde la pasta, la pizza, las ragazzas y las mozarellas. Ahí mismo. Pero claro, para que te pasen cosas en el país de los romanos y las romanas primero hay que llegar hasta él. Y llegar hasta otros países no siempre es tarea fácil. Así es como lo conseguí yo.

Me hago unos sandwiches. Sí chavales, digo bien, el irlandés pensando algo por adelantado. Me estoy haciendo mayor. Es que la andaluza de Santander siempre lo hace, y claro, todo se pega. Me cuelo en el tren. Me bajo en nuevos ministerios, ahí no están abiertas las puertas y hay vigilantes y yo no tengo billete así que disimuladamente me cuelo detrás de un pobre individuo que sin comerlo ni beberlo se convierte en cómplice de mi fraude a la hacienda pública. El tío se sorprende de que vaya tan pegado a su culo pero le miro con cara de muy hombre y de camina chaval que todavía me enfado, y el tío claro, anda y calla. Naturalmente las puertas se cierran conmigo a mitad camino, pero yo tira para alante por mis huevos. Resultado: herida en el hombro no despreciable. Por gilipollas.

Cojo el metro, que va directo, son 4 estaciones. En la segunda se sube una individua con cara de saber lo que se dice y comenta que todos los que vayan dirección barajas que se bajen. Que la línea está cortada. Que hay un bus que nos lleva. Me subo al bus. El bus se para en un punto desconocido de madrid. Dice que todos los que vayan a barajas que se bajen, y que cojan el metro. Me bajo y cojo el metro. Aparentemente la línea ya no está cortada. Dont ask. Esto es madrid, las cosas no tienen porqué tener sentido.

Llego a barajas y voy al mostrador. Todo correcto. Qué chachi, hasta me da a elegir entre ventana o pasillo. Pues ventana señorita. Gracias caballero. Las que usted tiene señorita. Etcétera.

Me aburro como una ostra. Por qué cojones se me tuvo que olvidar el libro. Bueno, siendo yo lo raro es que me acordara de que tenía que irme a italia. Me doy un paseo por las tiendas del aeropuerto. Me compro el marca a ver qué sarta de estupideces cuentan hoy. Me hago el sudoku. Me vuelvo a leer el marca. Coño, qué curioso, las gilipolleces son las mismas que las de hace un rato. Me cago en todo bicho viviente y por qué cojones tendré que hacer caso a los señores y señoras de las dos horas de antelación en el aeropuerto. Yo que llegué tarde hasta a selectividad tengo que venir con tiempo al jodido barajas de mis pelotas. Como si no me lo supiera, definitivamente chaval a ti no te sobran las neuronas. Y encima sin libro. Cagoensatán. Después de todas esas profundas reflexiones me sigo aburriendo como una ostra.

Me subo al avión, llego a roma. No me pierden la maleta. No encuentro mi terminal, se lo comento a una segnorina que me mira con cara de perpleja porque se ve que una terminal no es algo fácil de perder. Usted no me conoce señora. Para mí perder una terminal es de las cosas más sencillas del mondo mondiale. Me dice dónde se encuentra la terminal perdida. Gracie. Prego. Voy al mostrador. De nuevo otra ristra de dientes profident que me saludan y me dicen que si ventana o que si pasillo. Pongo cara de no tener ni papa de lo que me ha dicho. Sigue sonriendo. Me lo repite en inglés. Coño, qué maja. Otra igual. Incluso dudo si es la misma de barajas. Creo que no. De nuevo ventana. Me aburro como una ostra. Y esta vez ni sudokus ni marcas. No sé cómo las ostras pueden sobrevivir a su existencia. Las admiro. De veras.

Me subo al avión, llego a alghero. Compruebo que hay una ristra enorme de ragazzas y bambinos todos esperando un taxi. No hay ningún taxi a la vista. Malo. Me da por innovar y me cojo el bus a alghero. Le digo al conductor en el idioma de mis antepasados celtas que cuando llegue a alghero centro que me avise. El conductor pone unos ojos como faros. Que pruebe en swahili a ver si coge algo. No sé swahili así que pruebo en español. El tío se descojona pero lo entiende. No sé de qué se descojona pero me cae bien. Me gusta la gente que se descojona sin motivo. Llegamos a alghero. Me dice que ya he llegado. Busco un taxi. Encuentro un taxi. Le digo al timador que al hotel capo caccia. El tío me mira de arriba abajo y de abajo arriba. Me pregunta si vengo del aeropuerto. Pues sí señor. De allí vengo. ¿Que por qué no cogí allí un taxi?, porque no se me puso en la punta del cimbrel, señor. Otro que se descojona. Se descojona mucho más cuando me mete 40 euros del ala. Yo ni inmutarme, cara de póker y que me haga una factura, que yo no pago, que paga mi jefe. Vaya eso parece que ya no tiene tanta gracia. Voy a la recepción. Me dicen que finalmente voy a tener acompañante. Digo no problemo tío. Llego a la habitación. El acompañante está durmiendo pero se despierta. Es un indio de la india psicópata.

3 comentarios:

Portu dijo...

¡Ajá! Así que de ahí viene lo de tus desventuras con el indio que mencionabas en el anterior posteo a la italiana. Me mola este rollo Tarantino que te traes de ir contando la historia siguiedo un orden totalmente aleatorio. Espero ansioso el siguiente capítulo.

Por cierto, eso de que sólo son 4 paradas de metro es muy relativo. Hay infinidad de factores externos que han de ser tenidos en cuenta, tales como la dirección, el sentido, el sexo de los ángeles y la empanada mental del sujeto a coger dicho metro.

Anónimo dijo...

Ma dai!!

el_irlandés dijo...

Estimado señor portu, en este caso hasta usted habría sido capaz de conseguirlo, porque no es el circular. Es uno de esos fáciles, no nivel avanzado. Y encima la parada donde te subes es final de trayecto así que no hay más cojones que ir en la dirección adecuada. Sí o sí.

Se ve que han oído de sus aventuras y han decidido simplificar un poco el sofisticado mecanismo de los número y los colores.