sábado, enero 05, 2008

Celebración conducente

Con motivo de la entrega de diplomas totalmente inservibles a efectos legales, ya tenemos el primer post colaborativo en el que se ve involucrado un colaborador. Juntos de nuevo por primera vez, el Retirao y el Portu. Él redacta y escoge enlaces, y yo pongo fotos y cuatro chorradas de relleno. Es lo que se conoce como reparto equitativo de la carga laboral, amigos.


El Día en que Terminó Todo


Aquella habría sido una tranquila mañana de otoño en el bosque, una mañana de otoño común y corriente...

Mmmm... no, espera. Sí que fue una tranquila mañana de otoño. Bueno, no del todo. Aquel día me tuve que levantar más temprano de lo deseado (es decir, antes de las tres de la tarde). El motivo era una invitación recibida dos semanas antes para acudir a un acto el 24 de noviembre que básicamente consistía en darnos a todos una palmadita en la espalda y decirnos lo guays que somos. En dicha invitación había una nota pequeñita que decía, además, que para recibir un diploma que certificase lo guay que es uno había que llamar a un teléfono antes del 16 de noviembre a las 14:00. Ni qué decir tiene que la primera vez que me di cuenta de que dicha nota existía fue el 23 de noviembre a las 23:30, con lo cual no pude llamar dentro del plazo (pero por poco).

Aun quedándome sin diploma y pese al madrugón, decidí ir de todas maneras, más que nada por eso de haber quedado para comer después con gente que iba a ir.

La primera impresión que tuve al llegar es que me había confundido de sitio. Mis compañeros no estaban. No es que esperase que estuvieran los compañeros que habían terminado en años anteriores, pero es que los de este año tampoco estaban. En su lugar había una gente extraña muy arreglada y con traje. Tras esos momentos de duda en los que pensé que en vez de ir a una reunión de ingenieros me había colado en un congreso de vendedores de enciclopedias, comprendí finalmente que como en todos estos años no habíamos tenido ninguna reunión para darnos una palmadita en la espalda y muchos tenían el traje sin estrenar, no habían desperdiciado la ocasión.

Una vez superado el impacto inicial, procedí a la búsqueda de asiento, durante la cual di a parar con el mismísimo gran hakuna y con dos colaboradores de este blog. Mientras nos poníamos al día como podíamos, comenzó a hablar un señor que debía de ser alguien muy importante y dijo que iba a decir unas brevísimas palabras para luego ceder la palabra al resto de señores muy importantes que había allí y proceder a la entrega de diplomas.

Tras más de 10 minutos de brevísimas palabras y de la intervención de algún otro personaje, comenzó por fin la entrega de diplomas. Para agilizar la entrega se siguió el siguiente protocolo:

*Cola de ingenerios de una misma carrera.
*Se van nombrando por orden alfabético.
*Cuando se nombra a un ingeniero, este recorre los 20 metros que le separan de la mesa, saluda uno por uno a todos los miembros de la mesa, recoge su diploma, y se vuelve a su asiento.
*Una vez que dicho ingeniero ha realizado todo ese proceso, se nombra al siguiente.

No recuerdo cuánto tiempo duró aquel sufrimiento, pero sí recuerdo la música de fondo que nos amenizó la velada, repetida una y otra y otra vez. Creo que intentaba ser música clásica con un toque épico, con una pizca del estilo de Vangelis, pero fracasaba estrepitosamente. Para evitar caer en posesión de la música hipnótica me pongo a tararear el solo de Mick Taylor de una canción popular, acto que provoca un chistecillo por parte de Portu.

Por fin le toca el turno a los telecos. A pesar de que yo no voy a coger diploma (me dicen que estoy a tiempo de solicitarlo, pero por no ir cargando con él toda la tarde decido dejarlo como está), salgo a la cola a hacer bulto, y ahí compruebo que la vida sigue igual, y que uno puede estar un año fuera que cuando vuelve las cosas y la gente no han cambiado. Portu parece estar de acuerdo.

No se oye mucho la palabra "conducente" hoy en día

Cuando finalmente se acaba todo, nos comentan que nos van a hacer una foto colectiva, momento que Portu y yo aprovechamos para darnos una serie de patadas para señalarnos el uno al otro el hecho anteriormente comentado.

Pero, para nuestra desgracia, no todo ha acabado. Es el turno de otras brevísimas palabras de otro señor muy importante, que dice algo así:
"Estamos aquí celebrando este acto de celebración, en el que celebramos el final del estudio, pero no el final del estudio en sí, puesto que realizamos un aprendizaje constante, sino que esta celebración lo que celebra es el fin de zzzzzzzzzzzzzzzz...".

Cuando el número de bostezos ya ha alcanzado un número mayor del que un ser humano es capaz de contar, el hombre termina, nos sacamos las fotos de rigor (no sin cierto caos) y ...

Minipunto menosmolérico para quien encuentre a los redactores de este posteo


... y nada, los más osados se tomaron algo en el piscolabis que se ofrecía en el salón de entrada al recinto (yo pasé del envite, que la noche anterior se celebró mi cena de despedida departamental y todos conocen ya de sobras a mi estómago), unos pocos prosiguieron con unas rabas, aceitunas y mostos del país, y mes y medio después aún sigo esperando las prometidas y chachi pirulis fotos de la promoción de telecos. Yupi.

3 comentarios:

el_irlandés dijo...

Cabrones, a mí nadie me invitó. Cabrones y conducentes, todo junto.

Anónimo dijo...

os encontreeeeeeeeeeeeeeeeeee. Perdonad mi falta de atencion de la ultima temporada, estoy empezando a sufrir una crisis in-laboral. Besos a todosssss

al_pachino dijo...

Conducente al trabajo a destajo.

Este de london, seguro que tiene el pelo rojo pero no por eso se le ve mucho. Como le tratará la reina?