viernes, octubre 07, 2005

Crónicas Balcánicas II

MIÉRCOLES 21 de Septiembre

MEJOR... IMPOSIBLE


Te levantas tarde, muy tarde, que para eso estás de vacaciones y tenías mucho sueño acumulado. Vas al baño. Entras en la bañera dispuesto a ducharte y proponiéndote encharcar la habitación lo menos posible, ya que no dispones ni siquiera de una cortinilla que impida echar el agua fuera. Y es entonces cuando descubres con pavor que el agua no es que esté fría, no, es que está helada. ¡Aaargh! Empezamos mal, Belgrado.

Después de este gélido despertar dirigimos nuestros pasos hacia la zona más turística de la capital serbia, la Fortaleza de Kalemegdan, construida para contener las invasiones turcas siglos atrás (mira que los turcos han sido siempre unos cabroncetes, ¿verdad?), sita en lo alto de una colina con lo que desde ella se puede apreciar mejor la unión de los dos ríos que bañan la ciudad, el Danubio (no confundir con el Vesuvio, que ése era un volcán) y el Sava, y que tiene en su interior unos "recuerdos" de las pasadas guerras mundiales y civiles de quitar el hipo.


Coyote, estáte al loro

Por no mencionar unas pistas de baloncesto y tenis al aire libre que me río yo de la ciudad deportiva de Valdebebas. Además, y de forma totalmente gratuita, estuvimos a puntito de presenciar una sesión de porno en vivo, cosa que ni en Amsterdam, con toda la fama que tiene, oiga. Me explico. Nosotros íbamos tan despistados como de costumbre, cuando un vejete germano nos recomendó echar un vistazo a la exposición armamentística existente en una de las muchas secciones de la fortalezuca. Para llegar a ella, había que subir unas escaleras. Y fue tras subirlas y dirigir una mirada a la derecha, cuando descubrimos cómo una apasionada jovencita serbia se agacha de forma que su boca se encuentra muy próxima a salva sea la parte de su serbio. Es en ese preciso momento cuando se percatan de nuestra presencia, ella pega un brinco para recuperar la posición vertical y él, que también estaba vertical, también, sube disimuladamente sus pantalones. Lo siento, chavalote, te fastidiamos el plan. Fútbol es asín.

Para reponer fuerzas nada mejor que una comida (con perdón) a base de productos típicos, y baratos, del lugar, seguida por un heladito como postre. Mientras decidimos qué helado tomar, aparece un paisano de Lugo, periodista él, que nos informa acerca del nombre del pabellón donde entrena la selección nacional esa misma tarde. Animados, nos desplazamos hacia el Hotel Intercontinental, centro de operaciones de toda escuadra clasificada para la fase final, esperando que alguien de la delegación española nos eche un cable para encontrar fácilmente el susodicho pabellón. Al final, ha de ser un serbio el que nos lo cuente. ¡I love spanish people! Dios, qué sosos. Delmás, se acabó leer tus crónicas en el As. Montero, vaya chapela que te puso el amigo Vrankovic, ¿eh? (y encima diste pasos).

Pero antes de marchar allá, toca un reconocimiento del terreno para saber por dónde queda nuestra nueva casa en los días venideros, el Beogradska Arena, que está en el Nuevo Belgrado y eso es a different world. Logrado ese objetivo tras una buena caminata, nada mejor que una Coca-Cola bajo la lluvia para reponer fuerzas, momento aprovechado por Tomé para transmitir buenas nuevas académicas. Ahora, a hacer guardia al recinto de entrenamiento de los españolitos. Allí esperamos. Y esperamos. Y esperamos otro poco más, chupando frío y charlando con unos periodistas de TeleMadrid a los que tenemos que informar nosotros del orden de juego del fin de semana (qué gran carrera el periodismo) y, al fin, el momento esperado: llega la selección. Como era de suponer, pasan de nosotros. Excepto el gran Juancar, al que Oscar retiene para que se tire una foto y nos pueda vacilar una poca.



Juancar & friends


Más contentos que un maricón con lombrices, regresamos sobre nuestros pasos, pasando por el Hotel donde topamos de nuevo con el lucense y entablamos conversación con el descubrimiento del viaje, el sin par Manolo Sánchez: madrileño aficionado al Athletic de Bilbao y al Joventut de Badalona. Con dos cojones. La animada charla que mantenemos se ve interrumpida de súbito por "El domano", que se aparta del corrillo y echa mano a su riñonera, escondite de la cámara digital, mientras sólo acierta a balbucear cosas como "joder, joder" y "qué buena, tíos". Al mismo tiempo, un coche se detiene junto a la entrada del hotel. Se abre la puerta del copiloto. Y es entonces cuando entra en escena el grizzlie más y mejor pagado de todos y se produce el siguiente diálogo para el recuerdo:

OSCAR - Joder, Pau, no te esperábamos aquí
GASOL - Ni yo a vosotros tampoco

Callado está dicho que no le quedó más remedio que tirarse unas fotucas, personalizadas, con los mendas lerendas. Como se puede apreciar por su careto, él no estaba tan entusiasmado por el acontecimiento como nosotros.



Igualicos que José Luis Moreno y Monchito


Con el subidón, Manolo se crece y nos invita a pasar al interior del Hotel, burlando todo mecanismo de seguridad, para degustar unas sabrosas pivos (cervezas) en el lujoso bar interior. Y claro, aquello era una pasarela de jugadores en toda la regla. Y claro, tanto tío de 2 metros junto despertó a la fan quinceañera que todos llevamos dentro y nos dijimos "coño, ya que estamos dentro...¿por qué no apostarnos junto a los ascensores cual guerrillero chestnik y aguardar a la vuelta de los equipos de sus entrenamientos para asaltarles cámara en ristre y tener un posado con lo más granado del baloncesto europeo, pasado y presente (Papaloukas, nunca me perdonaré haber pasado de ti)?" Así lo hicimos. Los seguratas nos miraban entre perplejos y descojonados. Los jugadores, simplemente, flipaban. Y nosotros, encantados de la vida. Para terminar, como señores que somos, pedimos al botones jefe que nos llame a un taxi para volver a casita. Incluso nos permitimos el lujo de dejarle propinilla al conductor al llegar al destino. Y es que, amiguitos, un día es un día.


Manolo y nuestras pet pivo

2 comentarios:

el_irlandés dijo...

Hola, somos el irlandés y la conguito, y opinamos que muy mal por vuestra parte con lo majos que son los serbios que siempre estaban dispuestos a hacer de guías turísticos sin retribución alguna que fuérais tan cabrones de meteros en mitad de su fiesta privada. No tenéis corazón. Pobrecillo. Descompuesto y sin novia. ¿Y la comida por allí, qué tal?¿Era rápida?¿Estaba buena?

Portu dijo...

Pues buena estaba un rato. Ahora, si era o no rápida, dependía de la situación y el lugar. Y de la disposición de uno mismo, claro está.