jueves, octubre 06, 2005

Habemus ingeniero

Pues sín mis queridos menosmola y amiguetes del mundo en general. El pasado jueves, a eso de las 12:30 y después de una portentosa actuación, diversos tics nerviosos celtas, unas sonrisas de más y desde luego una serie de preguntas sobrantes hubo fumata verde en honor a mi isla y fui declarado oficialmente ingeniero que te cagas de la muerte y pone antenas. Ya ves tú. Así sin pedir permiso, ni avisar, ni un cuidao que ya viene ni ná de ná. Cogen y te dicen que te pires. Que sobras. Que a dar la tabarra a otra parte que allí ya no te quieren y que ni se te ocurra aparecer por la cafetería porque no sirven a traidores que acaban la carrera. Coño. Qué crueldad. Y qué cojones hago yo ahora. …. . …. . …. . No sé. No se me ocurre. Qué raro joder. Si yo sólo sé decir tonterías e ir a clase a decirlas, no sé si pagan por eso. Bueno ya se me ocurrirá algo.

El caso es que mi último día como persona despreciable y estudiante abyecto (ahora soy un ente de alta alcurnia y mucho don) fue bastante curioso. Uno se levanta un tanto intranquilo (porque yo lo de dormir lo llevo a rajatabla, eso es obligatorio tanto si quiere el coco como si no, yo voy y caigo como un ceporro). Pues eso, como que uno tiene algo en la cabeza que le toca un poco la entrepierna pero no sabe muy bien qué es. A sí, ya recuerdo, el puto proyecto, que hay que presentarlo, bueno no se piensen que vas y lo presentas, primero hay que hacerlo y luego ya vas al matadero. Entonces te pones más nervioso y qué haces, pues lo que haría cualquier ser humano medio: cagar. Y después de cagar como un señor uno como que ya ve las cosas de otro color, un poco más claras (todo debido a la evacuación previa de las cosas oscuras). Claras y diáfanas: hoy toca ser dado por el agujero estrecho. Pues qué se le va a hacer, no hay elección, así que a ello, un poco de vaselina y a aguantar el chaparrón. Total que te pones todo mono (de guapo no de orangután) y elegante según las órdenes de tu progenitora que está que no cabe en sí de gozo y qué hijo tan guapo, y qué hijo tan listo, y qué hijo tan mayor y por fin se va de casa que ya era hora y bueno, todas esas cosas que dicen las madres cuando no caben en sí de gozo. Se hacen cargo, o a lo mejor no, porque yo creo que es la primera vez que me mira con orgullo de madre. Antes solía hacerlo como a un perro sarnoso y alcohólico (lo segundo es cierto pero lo primero no, que a veces me lavo incluso si no me toca). Y te piras para la universidad repasando mentalmente el rollo macabeo que vas a soltar a todos los incautos que han tenido la desgracia de aguantarte durante cinco años, y algunos con peor suerte más tiempo aún. Y claro te das cuenta que te estás durmiendo a ti mismo y que eso uno no se lo traga ni aunque le digan que sabe a menta. Pero bueno, no es tu culpa, es la sociedad consumista que te obliga. Y en eso pues llegas y un amiguete menosmola va y te saca unas fotos mientras tú les compras unos botellines a los del jurado que son los que además de sedientos luego van a usar la vaselina. Y después de los botellines que a ti te parece una gilipollez como otra cualquiera pero que te han dicho que tienes que hacer vas a por el proyector y la señora de conserjería con cara de estar dando a su hijo a unos caníbales sureños te larga el número cinco mientras te asegura que es el mejor proyector que ha tenido nunca la escuela, y que lo cuides, y que le des besitos y que si se cansa le dejes recuperarse y demás sandeces por el estilo. Pues muy bien señora, sabe lo que la digo, que para todo eso me rellene cuarto y mitad de instancias y ya veré lo que se puede hacer. Y ya por fin llega la hora, es como lo del corredor pero con menos sangre y sin camisas de fuerza.

Bueno, tú gracias a la evacuación mañanera, y otra de media mañana para asegurar bien el intestino pues estás menos tenso de lo esperado y miras con bastante confianza al jurado que por otra parte son tu jefe (que piensas tú que no tirará piedras sobre su propio tejado) y otros dos amiguetes de tu jefe que ya te conocen y te odian por tus chistes. Y luego miras un poco más allá del jurado y, ¿quién está?... pues nadie. Ni dios. (Que me perdone Varo que él sí estaba porque llegó tarde). Coño qué raro piensas tú. Yo por lo menos esperaba a mi hamster, y quizá a una chica morena (que viene siendo la tía que me soporta). Pues no sé. Esto debe ser una confabulación judeo masónica. O algo. Me preguntan que si espero a alguien y a mí claro me da no sé qué que qué se yo explicar que ha habido una deserción masiva (que es una deserción + 16% de otra deserción) así que digo que a mi mamá. Pero ni mamá, ni hamster, ni novia, ni amiguetes ni ná así que me dicen que empiece por favor que hay que llegar al café de la mañana y yo obediente voy y comienzo cual terminator bien entrenado a soltar todo mi discurso. Y en eso, tras unos 7,3 minutos de ardua y brillante explicación de cosas que no entiende ni el tato pero que todos ponen cara de fruncir ceño y qué interesante eso que dices, pues se abre la puerta y aparece mi padre, y detrás (no quisiera exagerar) unas 300 o 400 personas más, todas ellas con la sonrisa en la boca y cara de vamos a descojonarnos un rato del membrillo este.

Más tarde me enteré que una eficiente conserje alemana (seguramente la misma aguililla del proyector número cinco) había afirmado sin vacilación ninguna y como quien tiene control absoluto de la situación que había habido (valga la redundundundancia) un cambio de última hora y que yo iba a ser machacado en otro aula y no en el que todo hijo de vecino estaba esperando. Creo que después mi mamá que de nuevo no cabía en sí de gozo fue a explicarla un par de cosillas sobre coeficientes intelectuales, camisas de once varas y discursos sobre cosas que uno desconoce (después de la visita de mi progenitora me han comentado que está recibiendo ayuda psicológica, aunque este dato no está confirmado).

Pues nada que acabé la presentación sobre antenas y cca y ostbc y mimo y otras cosas de evidente interés para el ciudadano medio y pasamos al turno de preguntas. Y resultó que uno de los del jurado había tenido la paciencia de leerse el tocho e intentar entenderlo, y, lo que es peor, lo consiguió y se puso allí a hacerme preguntas metafísicas sobre bits y símbolos y antenas y constelaciones y yo cual gato panza arriba haciendo todo lo posible por quitarle la vaselina de las manos. Bueno de esa salí más o menos. Luego llega el otro que no era mi jefe y me dice que muy interesante todo pero que ni puta idea de lo que he contado porque es que él no ha tenido tiempo ni ganas de leerse mi paja mental de 58 páginas y que la única duda que tiene es no sé qué ostias de invertir matrices no cuadradas y que si he pensado sobre eso. Le dije que sí y que sobre el sexo de los ángeles y el comienzo del universo también y él se quedó muy contento. Pues nada después de unos instantes de deliberación me dijeron que muy bien, que ya era ingeniero y que me quitara de su vista que tenían prisa por ir al bar a por un blanco y no la mierda de agua que les había llevado.

Y eso es todo, luego pedí el título ese que se enmarca y tu madre mira con devoción, no sin antes darme varios garbeos a por documentación que se les ocurría a las secretarias eficientes que tenía que llevar. Por lo menos esta vez no tuve que rellenar ninguna instancia. Están perdiendo capacidades. Y luego estuve tres días y tres noches de celebración matando las neuronas que sobrevivieron a la carrera porque total ya no las necesito.

En próximas entregas se detallará mi nueva vida en Madrid que viene a ser rascarse las bolas y cobrar dinero. Pero eso con más calma en próximos posts.

P.D: Aquí sería lo suyo hacer públicos los agradecimientos de mi proyecto, porque es de bien nacido el ser agradecido, porque hay gente de puta madre por el mundo, porque estoy orgulloso de los amigos que tengo, porque en algún momento hay que dejar de decir tonterías y porque se me pone en los cojones, pero no les tengo a mano así que en otro momento para que ni el gran juanisho ni portu se me emocionen demasiado.

2 comentarios:

Portu dijo...

Sabia decisión la de no poner los agradecimientos después del relato, porque ya me asomaba la lagrimilla. Mejor en otro momento.

Por cierto, debo reseñar lo mucho que dolió al grupo menosmola el rechazo por parte del descubridor del complot del gallo-ardilla de 13 metros nuestra invitación a departir amigablemente la noche del Jueves en ese antro conocido como Vicente que no tiene nada que envidiar al famoso "Café Gijón" capitalino en cuanto a las reuniones de mentes preclaras que allí se dan. ¡Y todo por quedarse en casa viendo OT! Si es que...

Juan_isho dijo...

La verdad es que a pesar de las buenas vistas de las que podia disfrutar donde me encontraba, fue una putada que no me dejaran salir a ver esa pedazo de presentacion que me narraron en diferido. una lastima que no pudiera disfrutar de tus respuestas sagaces. Pero en fin, enhorabuena ingeniero.