lunes, noviembre 13, 2006

Por un puñado de euros

Hepeti, que a este paso se va a hacer famoso entre todos ustedes por sus dotes de melómano, nos relata sus experiencias durante el último concierto al que ha acudido. Y así aprovecha y se tira el rollo de cultureta, porque esta vez había involucrada una orquesta sinfónica y toa la pesca.


Santander se me hizo esencia

Así empezaba uno de los poemas que nos enseñaban de pequeñitos en la escuela y que hoy sirve para encabezar la noche que nos brindó el señor o maestro D. Ennio Morricone. Aún basándonos en mi total desconocimiento de la música clásica fueron dos horas y media inolvidables. Y es que a los grandes se les reconoce fácilmente.

Una puesta en escena brutal, con más instrumentos de los que mi escaso conocimiento sabría identificar, y unas 200 personas entre coro y músicos acompañaban a este caballero que por gracia divina (recordemos que estamos en Año Santo) quiso dejarse caer por nuestra tierruca.

Hagan caso al de la batuta
Y a qué se dedica este hombre se preguntará el avispado lector. Pues él solito ha compuesto más de 500 bandas sonoras de nuestro cine. Y ese fue el espectáculo. Arrancó con un mito tan grande como “Los intocables de Elliot Ness” con lo que ya nos puso en predisposición para ovacionarle. Después, le tocó el turno a “Érase una vez en América”, película que no he visto pero cuya banda sonora, escuchada por primera vez aquel día, me pareció digna de habitar en el paraíso de la música. Bravo, caballero. La tónica de la noche se mantuvo en esa línea tan estrecha que delimita fantasía y realidad, alcanzando su cenit en el mini-ciclo dedicado al western.

Mucho mítico junto
Y aquí fue, dónde un servidor, a través de la melodía de “El bueno, el feo y el malo”, saltó a lomos de su fiel caballo y, lazo en mano, cabalgó hasta donde el horizonte parecía terminar. Levántense, porque ver a cien personas entonando los coros de dicha canción le pone los pelos de punta a cualquiera. De aquí al final ya estábamos en una nube, y sólo los “bises” (y yo que pensaba que esto era cosa de melenudos) y el emotivo “Feliz Cumpleaños” cantado por el coro (el maestro cumplía la friolera de 78 años) nos hicieron volver a la realidad y observar con pena que esto tocaba a su fin.

El cero de hoy: Desde luego, a la gente. Cuando alguien va a un espectáculo de éstos y ponen bien grande “Por favor, apaguen los móviles” pues lo normal, si tu pequeño cerebro te lo permite, es que lo hagas y disfrutes sin más. Y si eres consciente de que estás en un concierto de música clásica, no sales al bar del espectáculo a hablar para que se entere todo Santander de que te estás bebiendo una cerveza de medio litro tú solito. La educación falta en todos los rincones del mundo.

A seguir bien compañeros.

3 comentarios:

Portu dijo...

Di la verdad, ¿no acabaste algo saturado de tanta melodía y tan poca letra?

Que no, que mola. La banda sonora de La misión es la caña. Y las canciones de las pelis del Oeste son el no va más.

Y yo diciendo a la gente que no se molestara en intentar conseguir entradas, que el concierto había sido la semana anterior. Las lío como Amancio.

el_irlandés dijo...

Ustedes son unos cabrones. A ver si me explico muchachos. Mi habitual incompetencia mental, ampliamente conocida por ustedes, me impide enterarme de estas cosas, así que coño, avisen. Porque si no avisan me enfado, y seguro que después de ver infiltrados no quieren ver a un irlandés enfadado. Pues que no se vuelva a repetir.

Por lo demás, me alegro de que disfrutara. Cabrón.

Anónimo dijo...

Regreso de Estambul. Enciendo el ordenador. Aplico menosmoleo. Leo algo perpetrado por Hepeti. ¡HORROR! ¡HEREJÍA! Pero ¿qué es eso de que desconozco "Érasa una vez en América"?

En fin, en fin, en fin. Muerto me hallo. Sólo le diré que me equivoqué con usted. De pleno. No está listo para la trilogía mafiosa por excelencia.

Por favor remita por correo certificado lo que usted y yo sabemos a la direccion que seguramente bien presupone.

A todos los demas, un abrzo, les quiero.

Iván