miércoles, noviembre 22, 2006

Sobre caballos regalados

Pues había decidido hablarles sobre mis aventuras en el torneo este de tenis al que llegué a todo correr desde venecia. Pero resulta que la vida tiene sus cosas, así que he cambiado de idea y voy a contarles esto otro. Lo del tenis a lo mejor otro día.

Llamada de amiguete a las cuatro de la tarde del día de autos, “irlandés, qué hace muchacho”. Respuesta del irlandés a las cuatro y treinta segundos del día de autos, “aaarrrrguguaargu….arrr…ga”. No acabo de entenderle del todo, pero me alegro de que se encuentre vivo. Aaaargabag…aaa…ta. Perfecto, veo que está usted en plena forma. Cabrrrrooo…on. Mierda tío, ya no se le puede sacar de fiesta, mírese, está usted hecho un auténtico asco. Craaaabooo…on. Muy bien, ya veo que sus neuronas empiezan a contactar unas con otras, no pierda esa sensación. Gilipollas. Correcto, el vocalizar es el primer paso hacia el éxito. Qué hora es. Las cuatro, irlandés. Joder, las cuatro. Sí, las cuatro. Mierda, ya le he oído, deje de repetirlo. Bien irlandés, según ordene. Bueno, ya que me ha llamado a joderme mi resaca cuénteme, porque no creo que quiera informarme de la hora que es. No, no era esa mi intención, aunque le recuerdo que son las cuatro. Si lo repites una vez más te parto las rodillas. Irlandés, qué decepción, como se le está agriando el carácter con la edad, con lo que ha sido usted, que salía jueves, viernes y sábado y todavía llegaba el domingo a misa de nueve. Hágame el favor de no recordarme mi puta decadencia, y menos con este estómago, joder. Bien. Bien. Le llamaba por el partido. Por qué partido. Madrid, Racing. Qué pasa con él. Mierda, irlandés, levántese y échese agua joder, espabile, no pasa nada con él, que si vamos. Ah, coño, haberlo dicho antes. Pues eso. Pues eso, qué. Qué cansino… que si vamos. Ah, claro. Claro qué. Claro que vamos. Se habrá recuperado, espero. Yo también lo espero, pero viendo mi estado actual lo dudo mucho. Pues a las siete y media en el Bernabéu. Vale. Vale. No, no vale. Joder, qué le pasa ahora. Hacen falta entradas, ¿no?. Le veo avispado, irlandés. Siempre fui un lince. Las pillamos en reventa, no problem. Vale, no problem.

Así que a las siete treinta andaba yo por el Bernabéu con dos amiguetes cantabrones listo y dispuesto a dejarme las amígdalas con el Racing. No es que yo sea especialmente futbolero, que no, pero el Bernabéu es el Bernabéu y el Racing es el Racing, y qué coño, que cualquier excusa es buena para insultar y despotricar impunemente y en masa. Pero claro, para todo eso lo primero es conseguir entradas. Y para eso lo primero es conseguir un reventa. Así que a ello. Echando miguitas de pan a ver si se acercan revoloteando los reventas cual palomillas hambrientas. Pero nada. Cabrones, cómo se esconden cuando quieren. Como lo de las miguillas de pan y el rondar por la acera con cara de gilipollas sin entrada no parece funcionar y ahí no se te acerca ni el tato, pues decides tomar la iniciativa y preguntar a todo el que, según tu sexto sentido detectivesco muy desarrollado, tenga actitudes sospechosas. Existen varias posibilidades:

- Te acercas al individuo con pinta sospechosa. Perdone, ¿tiene entradas?. Sí, ¿cuántas necesita?. Tres. Ah, pues no. Bueno, ¿cuántas tiene?. Una, la mía. ¿Y para qué pregunta?. No, por curiosidad. Por curiosidad su madre no será puta, ¿no?.

- Te acercas al individuo con pinta sospechosa. Perdone, ¿tiene entradas?. Pausa de inspección de tu anatomía. Pausa de fruncimiento de ceño. Pero chaval, ¿me ve a mí cara de delincuente?. Pues hombre, ya que lo pregunta… Habráse visto tamaña desfachatez, uno trabajando honradamente toda su vida para sacar a una familia adelante y viene el mocoso este a faltarle al respeto, si es que ya no hay educación ni hay nada y toda la culpa es de… bla, bla, bla. Bueno y todas esas cosas que se dicen cuando a uno le confunden con un delincuente de poca monta y no tiene sentido del humor, se hacen cargo supongo. Pues menos mal que no le pregunté que si tenía farlopa.

Bueno, al final llegas donde uno que sí que tiene pinta de delincuente en toda regla y te dice que no te preocupes chaval que ahora viene su hombre. No, si yo no me preocupo. Tú quédate aquí tranquilo, que ahora viene mi hombre. Si yo estoy tranquilo. Ya ya, ¿cuántas necesitas?. Tres. Mi hombre las trae ahora, no te preocupes. No, no, si yo sigo sin preocuparme. Ya por fin llega su hombre. En realidad su medio hombre, porque entre los dos gallifantes no sé si llegarán a completar un humanoide entero. Tamaño pin y pon. El tío de las preocupaciones le vende una entrada a una tía. Qué cabrona, que se me ha colado. El tío de las tranquilidades le vende una entrada a un chaval. Oiga, si le vende a todo dios a mí no me van a quedar, a no ser que haga usted como el milagro de los panes y los peces. Sí, no te preocupes. Joder con la preocupación. El chaval vuelve. Que le ha timado, que no le gusta su entrada, que se va a enterar, que mira que dos policías nacionales tan simpáticos hay ahí enfrente, que vamos a charlar un rato con ellos. Vaya, el impasible de la tranquilidad empieza a perder los nervios. No parece que tenga ninguna gana de hablar con policías, pero claro, si mahoma no puede ir a la montaña la montaña irá a mahoma así que el del no te preocupes tira el sobre con las entradas al suelo. Vaya, parece que no las quiere. “Oye, irlandés” me dice mi amiguete, “parece que no las quiere”. Eso parece, efectivamente. Pues habrá que cogerlas. Sí, que eso de tirar cosas al suelo no es nada ecológico.

Así que por el bien del medioambiente nos vimos forzados a recoger el sobre del suelo y a salir cagando leches de allí por aquello del ejercicio, que también es muy sano. Mientras creo que el reventa se esforazaba ampliamente en darles explicaciones a los dos solícitos señores del cuerpo nacional de policía y otros santos. Creo que nos miraba de reojo, pero tampoco me paré a observar mucho. Conclusión, cinco entradas de gratis. Una de 85 eurillos revendida por nosotros mismos a 50. Otra de 50 revendida a 30. Y otras tres de box VIP. Ahí, a pie de campo, en primera línea, que estiraba la mano y tocaba el banquillo de don fabio. Porque sí. Porque nosotros lo valemos. Porque a uno le jode que el Racing pierda, pero las penas se pasan más rápido a base de jamoncito del bueno, de canapés de los mejores, de azafatas de las de película, y de cubatas y cervezas a cascoporro. Ahí, tomándotelas con el hijo del director adjunto de no sé qué, del presidente de no sé cuál, y de la miss de aquella otra zona. Todos naturalmente mirándote y preguntándose qué coño haces tú allí, y quién serás, mientras tú les miras con suficiencia, como quien ha nacido para estar allí, por detrás de tu cubata de ron de a 30 la botella. Porque no lo neguemos, a nadie amarga un dulce, y si hay que aparentar, se aparenta, que para eso, sobran huevos.

3 comentarios:

MALEFICABOVARI dijo...

¿Qué coño aparentar? Pero si tu has nacido para estar allí rodeado de cubatas gratis, bellezas del quince, e hijos de directores de. Siempre en el sitio adecuado a la hora adecuada. Me alegro. Espero que te cagarás bien en ese estadio de ese equipo que tanto odio, panda de traficantes de droga y patadas traidoras a los del equipo contrario. Coño, como les odio. Que sepas que en el restaurante del estadio, la menda pone la música, asi que asi algún día quieres ver el partido de cerca, una te mete donde haga falta. Sin que se entere mi jefe de que yo ODIO todo lo que allí se cuece, y todo lo que huela a camiseta blanca. Atletiiiiiiiiiii¡¡¡¡¡ Sí, anda que llego yo a estar allí y les digo que eres una eminencia en el campo bloguero y que te pongan todas las copas que hagan falta, y un buen ibérico de compañía, aunque veo que no te hizo falta el enchufe.
Cuídate, y las resacas son buenas, te recuerdan que todavía puedes tenerlas...
bss
maléfica

Portu dijo...

Psche, pues así no tiene encanto. Lo que mola es sentarte al lado de los venerables ancianos que vieron jugar a Di Stefano contra Kubala y todo lo comparan con aquella época, a la par que aprovechan la mínima para soltar exabruptos que en casa tendrían totalmente prohibidos.

Seguro que en un palco VIP pijotero eso no pasa. Viendo el partido en casa hay más movida. Menos comida, ninguna miss y ron de muuucho menos de 30 euros, pero más movida.

Por lo demás, me jode la gente con potra. Sí, sí, no disimule: lo digo por usted. Anda que....

Juan_isho dijo...

Muy de acuerdo con lo de la oportunidad de insultar gratuitamente en el futbol, que le pregunten a Revilluca, chiquito de polaciones.

Por lo demás, Cómo se puede tener tanta suerte capullo y la reventa es delito, me parece que el hombre del sobre os está buscando para daros por el saco.

A cuidarse por les Madriles.