lunes, abril 21, 2008

Asturias nos pone más bien poquito

No mucho tiempo atrás, aquí el gran hakuna (matata) y consorte decidimos que nada mejor que un fin de semana de hospedaje rural para recobrar contacto con los ambientes de nuestra infancia, cuyos efectos ya están diluidos por mor del irrefrenable efecto de la "gran" ciudad. Así que, haciendo caso a las recomendaciones de Miguelovas y su veterinaria de confianza (y conste que no lo digo porque él sea un poquito animal, que también), dirigimos nuestros pasos a la magna villa de Pechón, con la intención de, excursión mediante, cruzar allende las fronteras cántabras y profundizar en los ritos y costumbres de los pobladores astures. Y aquí tienen el fotomental, censurado y tardío, de lo que esos días aconteció.

La autovía a la altura de San Vicente presentaba un bucle espacio-temporal que mi C3 plateado y sin tunear (reparaciones no incluidas) no tuvo problemas en atravesar. Así, pudimos ahorrarnos la engorrosa tarea cotidiana y destroza neuronas (que le pregunten a nuestro añorado camarero de la cantina telequil) de pasar todos los precios de euros a pesetas.


Tras el monumental desayuno, del cual no hay foto, pero créannos, rico, rico y lo suficientemente copioso para nuestros cuerpos serranos, toca la primera toma de contacto con la naturaleza septentrional tirando pa' la izquierda.




La mañana del sábado optamos por visitar la cercana aldea de Llanes, cuyos habitantes muestran preferencia por cierta forma geométrica que no es el círculo.


Lugar en el que disponen de insidiosos artilugios a modo de jaula XXL con los que dar caza a pobres gaviotas extraviadas.


Allá donde dejaron su impronta tanto el irlandés como Ein. Bajo seudónimo, eso sí.

Medio siglo después, los registros alcohólicos de esta dupla permanecen imbatidos

Sitio en el cual degustan peculiares manjares de metafóricos nombres. Eso sí, el menú del día, 10 eurucos y sabrosón. Bueno, 12, que soy un sibarita y pedí lubina.

Sin ánimo de ofender con la botella de atrás

A la vuelta de nuestra incursión asturiana, poco antes de Tina Mayor, y tras ir a paso de tortuga por la autovía para así conseguir buenas tomas del toro de Osborne, topamos con un vehículo discutiblemente estacionado en el arcén. "Vaya sitio más raro ha escogido ese para parar", exclamo yo. "Uy, tiene pinta de control con radar", añade mi copilota. Escasos metros después, ella gana, y un hombrecillo vestido de verde solicita amablemente que me haga a un lado y me aproxime a él. Tras un intercambio de palabras, decide obsequiarme por mi proverbial simpatía y en busca de fortalecer los lazos de hermandad cántabro-astures, quiero suponer, haciéndome entrega de un curioso papel con extraños campos a rellenar, lo cual celebro risueñamente, pleno de alborozo y algarabía.

Me cago en los cambios de autovía a carretera chunga y el consiguiente paso de 120 a 80

Después ya me enteré de lo que era, no me reí tanto, y lo más conveniente fue volver a deleitarse con el paisaje y olvidarse de todo por un rato. Como con los puritos del Carrusel.



La industria lanar es potente en la zona oeste de la región. Y por supuesto, se hace respetar y tu coche debe guardar turno para seguir su camino.

¿Se puede caer más bajo que zancadillear a una oveja?

Para complementar y llevar a buen puerto esa labor que antes comentaba me apetecía realizar tras nuestro encuentro en la tercera fase con los bichos verdosos, en nuestro hospedaje nos facilitaban de una original forma las herramientas indispensables.


Y por lo demás, bien. Con 70 euros menos en la cuenta corriente y guardando un rencor sin precedentes a la guardia civil en general y el pueblo asturiano y sus chapuceras calzadas en particular, pero bien.

Ya sabía yo que tenía que haber prestado más atención en las clases de educación vial.

2 comentarios:

el_irlandés dijo...

Joder, la verdad es que la primera frase era muy prometedora, especialmente hasta la palabra "contacto". Pero al final ná de ná. Supongo que esa será la parte censurada.

Anónimo dijo...

Efectivamente, irlandés, tiene usted razón: "esa" es la parte censurada.