Hepeti sigue tan viajero como de costumbre y entre viaje y viaje saca un rato para relatarnos sus andanzas. Me curraría una introducción mejor, pero no me apetece. Sinceridad ante todo.
Érase una vez un mundo de fantasía multicolor
Tres intrépidos intentaron, no sabemos aún si con éxito alguno, la conquista de las Fallas valencianas. Fue un fin de semana de esos que sobreviven en tu mente sin saber muy bien por qué. La cosa empezó como todo viaje que se precie: mal, rematadamente mal. Los tres sujetos sufrieron desgracias varias:
Sujeto A: Pidió día libre en el curro el fin de semana que NO eran las Fallas. Eso sí que es preparar un viaje a conciencia.
Sujeto B: Perdió el autobús y tuvo que recorrer 70 km a contrarreloj para alcanzarlo. La compra de sobaos y la rotura de una cañería en el centro de la ciudad tuvieron la culpa… o eso dice.
Sujeto C: Éste se lleva la palma. Nunca llegó a Valencia aquejado de dolores varios en partes delicadas de la anatomía masculina. Se guardó un minuto de risas y más risas en su honor.
Nuestro primer paso en tierras valencianas tuvo lugar en Sagunto, donde practicamos el deporte veraniego por excelencia: el chiringuito playero. Eso sí, a pesar del arraigo nacional de dicha práctica, de éste salieron chinos y más chinos lo que demuestra nuestra inferioridad. Un nuevo logro para Oriente. Han adquirido los conocimientos básicos para manejar un chiringuito: comidas crujientes y olor a maula.
El espíritu fallero se respira nada más llegar a Valencia… vamos, que huele a chamusquina. Y si el olor es intenso, empieza a rodar por el suelo que te acaban de quemar los pantalones. Puede que en las fiestas de tu pueblo te pongas de mala leche con tanto petardo, pero aquí no. Te gusta. Hay momentos en los que incluso te asustas: a veces por ti, porque te niegas a visitar a la cruz roja en vacaciones. A veces por las señoras mayores, por los niños, por los bebés… Mención especial para los temidos “borrachos”, esos petardos que se vuelven locos, van de arriba a abajo, izquierda a derecha sin ningún tipo de control. Alguno aconsejaba: ¡¡Quedaos quietos!! Pero es más sensato aplicar el ¡Corre Forrest, corre!
Aparte de petardos, siempre hay hueco para el traje regional. Y a mi personalmente me ha encantado gracias a ese toque de Princesa Leia que se respiraba en cada esquina. Y es que uno, aunque ya crecidito, sigue soñando que se llama Han y se apellida Solo para ser el hombre más afortunado de esa galaxia tan lejana.
Sujeto A: Pidió día libre en el curro el fin de semana que NO eran las Fallas. Eso sí que es preparar un viaje a conciencia.
Sujeto B: Perdió el autobús y tuvo que recorrer 70 km a contrarreloj para alcanzarlo. La compra de sobaos y la rotura de una cañería en el centro de la ciudad tuvieron la culpa… o eso dice.
Sujeto C: Éste se lleva la palma. Nunca llegó a Valencia aquejado de dolores varios en partes delicadas de la anatomía masculina. Se guardó un minuto de risas y más risas en su honor.
Nuestro primer paso en tierras valencianas tuvo lugar en Sagunto, donde practicamos el deporte veraniego por excelencia: el chiringuito playero. Eso sí, a pesar del arraigo nacional de dicha práctica, de éste salieron chinos y más chinos lo que demuestra nuestra inferioridad. Un nuevo logro para Oriente. Han adquirido los conocimientos básicos para manejar un chiringuito: comidas crujientes y olor a maula.
El espíritu fallero se respira nada más llegar a Valencia… vamos, que huele a chamusquina. Y si el olor es intenso, empieza a rodar por el suelo que te acaban de quemar los pantalones. Puede que en las fiestas de tu pueblo te pongas de mala leche con tanto petardo, pero aquí no. Te gusta. Hay momentos en los que incluso te asustas: a veces por ti, porque te niegas a visitar a la cruz roja en vacaciones. A veces por las señoras mayores, por los niños, por los bebés… Mención especial para los temidos “borrachos”, esos petardos que se vuelven locos, van de arriba a abajo, izquierda a derecha sin ningún tipo de control. Alguno aconsejaba: ¡¡Quedaos quietos!! Pero es más sensato aplicar el ¡Corre Forrest, corre!
Aparte de petardos, siempre hay hueco para el traje regional. Y a mi personalmente me ha encantado gracias a ese toque de Princesa Leia que se respiraba en cada esquina. Y es que uno, aunque ya crecidito, sigue soñando que se llama Han y se apellida Solo para ser el hombre más afortunado de esa galaxia tan lejana.
¿Y qué hay de las fallas? Vimos unas cuantas, pero ni siquiera nos acercamos a ver la mitad. Evaluad vosotros mismos:
James Bond respetando su media: tres por película
Arte moderno: Vaca sobre seta
Falla ganadora: 600.000 Euros… ¿A cuánto sale el metro cuadrado?
CONTINUARÁ
3 comentarios:
Eso esperamos, para ver si sois el ninot indultado...
Saludos desde el agua
Joder, james bond lleva la misma media que yo. Tres por película. Lástima que aún no haya hecho ninguna.
Joder, lo de la vaca tiene delito, ese tío debería estar en la cárcel, no creen? Hostia, si es que ni los niños de 3 años pueden hacer algo tan horrible y carente de gracia.... respecto a las fallas, no las entendí en la puta vida, arman la de dios por las bengalas en el campo, y tenían razón, acuérdense de incidentes, y luego aquí todos son libres, y ale, petardazo, fuego y la madre que les parió. Para mi, y lo siento, pero soy sincera, me parecen un poco de la era terciaria... pero bueno, cada uno que se distraiga con lo que quiera, o con lo que la cabeza les dé de sí....
Portu, mubien, ya puede venirse de periodista a la feria de mi pueblo...fallas no hay, pero tías buenas.... un huevo, en septiembre le aviso, eso sí, traiga la foto esa y el blog impreso... la fama, que luego estas no se lo creen, y ud, le pese a quien le pese, ya es famoso.... ¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿???????? Sí, coño, en la blogosferaaaaaaaa
Bss, pasen buen fin de semana, el mío.... jodidojodidooooooooo, pero con un par, coño, palante¡
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