viernes, octubre 13, 2006

Una de naranjos

Pues resulta que a mí desde muy pequeñito me cogieron mis sufridos progenitores y me llevaron por ahí a subir y a bajar montañas y a vivir en contacto con la naturaleza y a saber lo que es sufrir un poco y todas esas monsergas. Como los boyscouts pero obviando lo de los saludos, lo del código del buen samaritano y el resto de gilipolleces y mariconadas. Y otra cosa no, pero en la tierruca y alrededores montañas hay unas pocas. Y uno, pues qué quieren que les diga, a fuerza de sudar y de cagarse en todos sus muertos ha acabado conociéndolas bastante bien. Sobre todo esas tan famosas de Picos de Europa. Que de puro famosas han acabado infestadas de la peor plaga de todas las diecisiete plagas del Apocalipsis. Los domingueros.

Los domingueros son una especie en sí mismos, como una tribu, pero de tontos del nabo. Desde luego que para ir al monte no hace falta ser juanito oiarzábal, faltaría más, que para eso está ahí y es de todos, pero un poquito de por favor. Que está muy bien que un día te levantes en armonía con el éter y decidas que qué mundo tan maravilloso este en el que vives y que te vas a llevar a la family al campo para que sepan lo que es la llamada de la selva. Pero joder, no se las dé de listo y de conocedor del mundo silvestre. Que por comprarse un puto chaleco del coronel tapioca no es usted félix rodríguez de la fuente. Que no. Que la ignorancia es la madre del atrevimiento, y que coger un día el teleférico y contemplar el paisaje con una birra en cada mano sin dar ni cuatro pasos no le convierten a usted en el rey del mambo, ni en un montañero aguerrido y escalador curtido en mil batallas. Que no, coño. Que uno se viene arriba se cree que sabe y pasan cosas que sólo pueden ocurrir con domingueros en las inmediaciones. Vamos, algo como esto.

Resulta que el menda lerenda estaba allí perfectamente aposentado, con sus playeras impolutas, su pantalón del coronel tapioca, su tripa de mahou cinco estrellas, su camisa de avezado leñador y la gorra oficial del equipo renol. Sobrecogedora la estampa del fiero macho ibérico. Allí puesto, en medio de la naturaleza agreste, con la mirada fija y el dedo apuntando al infinito cual Cristóbal colón llegando a las indias. O a donde cojones llegara. Y el chorvo que llama a su cachorro y le dice “mira manolete, El Naranjo”. El tema está en que unos veinte metros a babor, otro orgulloso jefe de familia, este con la camiseta de rossi, señala justo en dirección opuesta, como el cabrón del almirante nelson en su trafalgar square, y le dice a su churumbel “mira pablete, El Naranjo”. Coño, pensé yo para mí, el naranjo se está reproduciendo el muy cabrón. Pero eso no es todo porque a diecisiete metros a estribor y señalando justo en noventa grados a los dos indios arapahoes anteriores, un tercer curtido explorador lanza la carnaza de su brazo al frente con el índice como espolón y le comenta a su joven e inexperto vástago “mira eusebiete, El Naranjo”. Cagoentroya, me dije yo para mí mismo, esto parece la puta huerta valenciana. Y en ese momento llega uno de mis esforzados compañeros de fatigas, que le sobra la guasa y las pateadas por picos, me coge del hombro, mira de reojo a los tres domingueros, apunta hacia la más absoluta nada y me dice a voz en grito “mira irlandesete, El Naranjo”. Y yo claro, me descojono. Y él claro, se descojona. Y echamos a andar entre los tres expertos montañeros, meándonos de la risa, y los tipos sin saber todavía si la cosa va con ellos y entonces se lían a mamporros, o si era un hilarante chiste y entonces ríen con nosotros.

Pues no, joder, no era un chiste. Que para ver el naranjo de bulnes de las pelotas hay que andar un rato, y llegar a orcados rojos, y desde allí ya se puede ver el picu urriellu. Pero desde arriba del cable no, así que no me toquen los huevos señalando la primera roca o peña o pico que ven. Y si no saben, señores amantes de la naturaleza y de los chalecos de camuflaje, pues se callan. Que ya lo dijo el señor Groucho, más vale estar callado y parecer gilipollas, que abrir la boca y confirmarlo.


La famosérrima cara oeste del archiconocido Naranjo de Bulnes o Picu Urriellu. Seiscientos metros verticales. Pa quitar el hipo.

4 comentarios:

MALEFICABOVARI dijo...

Es lo que tienen el puto Coronel Tapioca, que se pillan el catálogo, se leen para que sirven las linternas, que hay pilas para encenderlas, que incluso pueden comprarse un kit de supervivencia, ponerse el cacao en la boca, las rayas de camuflaje, meterse en los adentros del campo, y pensarse cual Cristóbal Colón, descubriendo tierras que ya existen, y encima, por lo que veo, estos ni puta idea del tema. Los domingueros, amigo queridísimo mío, irlandés, son una especie en vías de aumento, que no de extinción, y lo llevamos jodío, los que no comulgamos con ellos. Que yo al igual que tu, me pateo la sierra madrileña con las converse, y cualquier camiseta, pero... ellos, como tienen que inventarse a sí mismos, pues con 150 euros, mas o menos, se ponen el uniforme en el tapioca, y a tomar por culo la identidad propia.
Es preciosa la foto, de bajárselo todo, y de honrarla, ya me gustaría estar allí de cuerpo y verlo, de mente, ya puedo estar, pues me la has colgado para que pueda viajar con el corazón hasta allí y verla. Una pasada. Habrá que hacer algo con los putos domingueros, o que les hagan un parque temático sólo para ellos, y dejen esas maravillas terrenales para los que sí las aprecian de verdad.
Un beso fuerte, pasa buen puente, y recuerda, tienes un cubata esperándote en cualquier bar de Madrid, con tu hermana mayor postiza, usease, la menda, que el martes ya hago 36 tacos, joder... heavy.
bss

Portu dijo...

Como se dijo en una famosa película: "Ahí, ahí".

Ey, Rubo, ¿a dónde me subiste tú en mi veraniega visita a tus dominios? ¿Al Naranjo éste, al que decía el Briatore o al del Valentino ibérico? ¿O no me subiste a ninguno y es todo producto de mi imaginación y mi nulo entendimiento?

Por cierto misis maléfica, adoro su buen gusto: Converse lo mejor. Y prepárese un buen homenaje para su cumpleaños, que la ocasión lo merece. Y ya puestos... ¿pa mi no hay cubata? Bueno, venga, que me lo pague el irlandés en su siguiente venida a las tierras del Norte, que soy de buen conformar.

al_pachino dijo...

Ese pico parece una jodida muela. Hace bastantes años, mi tío, experto parapentista, pego la hostia allí. Se precipitó con el parapente casi cerrado por un golpe de viento. Suerte que aunque a primera vista parece una pared tan pindia como la de un edificio sin ventanas cayó en una pequeña repisa natural a 17 metros. Resultado: pelvis, femur y un brazo rotos.

Así que la última vez que hice una ruta por allí (ha llovido mucho ya) cuando volví a ver el Naranjo me temblaban las piernas...

¿Miedo a la montaña? No. Yo respeto y admiro a la montaña.
Miedo a los domingueros que hacen que todo parezca pisado. Bien por tí Irlan.

Rubo dijo...

Siento mi tardanza en contestarte Portu, pero ya sabes de mis recursos limitados en fines de semana...

Yo te subi al Naranco, que no Naranjo. El Naranco es mas pequenyito y tiene carretera... ese como habras podido observar... salvo que seas Izan Hunt necesitaras un completo equipo de escalada...