lunes, enero 08, 2007

Sobre celuloides y reposterías

Durante estas vacaciones he estado recapacitando desde mi recién estrenada inmaculada e impoluta madurez y he alcanzado algunas serias conclusiones sobre el devenir del mundo. Muchas de ellas tienen que ver con el sexo de los ángeles, el origen del universo y la vida sexual de las babosas y están fuera del alcance de sus jóvenes e inexpertas mentes así que ya se las explicaré más adelante porque ahora no están preparados para ello. La verdad podría suponerles un trauma de difícil asimilación o asimilamiento. Como lo de los reyes magos, papá noel, los padres y todas esas cosas. Aún siendo así, hay uno de esos descubrimientos que sí que puedo compartir con todos ustedes, sin temor a tener que cargar con sus taras psiquiátricas en mi conciencia. Pues bien, el hecho irrefutable, innegable e indiscutible al que han llegado mis neuronas atiborradas todas ellas de polvorones, mazapanes, caciques con coca cola, champanes y demás inexcusables comestibles y bebibles navideños es que el señor hollywood está haciendo mucho mal a esta sociedad. Pero mucho, mucho.

Claro dirán ustedes, vaya gilipollez señor irlandés, eso lo sabe cualquiera. Lo repiten constantemente los cultos y cultas de la plana y plano mayor del reino. Que si tanta violencia gratuita, que si tanto sexo sin amor, que si tanta sangre y que si tanta gaita está criando generaciones de degenerados (nótese el hábil retruécano verbal) que sólo piensan en comerse los unos a los otros en orgía canibalesca, sanguinolenta y nauseabunda. O algo así. Pues no, señores. Están todos muy equivocados. Los señores de hollywood están jodiendo el mundo a base de bien, pero no con sangre, tiros, explosiones y mete sacas. No. Nos llevan a la ruina y al aniquilamiento, o como mínimo al desquiciamiento de todos los hombres (y cuando digo hombre me refiero a un humanoide del género masculino), con un arma de destrucción masiva mucho más compleja y sofisticada: las películas de amorosidad desbordante. Las cintas románticas de echar la pota. Los filmes de dulzura y apasionamiento amatorio sin parangón ninguno. Esas en las que los tíos son gilipollas babeantes alelados, y las tías buscan el amor verdadero, puro y único con un halo de virginalidad y beatitud que envuelve todo que dan ganas de volarse la tapa de los sesos. Vamos, que no sé si me explico con claridad: los atroces pastelones.

Porque claro, salvo cuatro psicóticos que ya estaban para encerrarlos antes de entrar al cine, nadie va a ver las aventuras de john rambo en acorralado y acto seguido sale del cine, se hace con una ametralladora del tamaño de un martillo neumático y se pone a saltar las tripas a la gente a diestro y siniestro. Pues no. Ni vas a ver a mi amiguete el chuache en terminator y al día siguiente te compras una recortada y recorres las calles de tu ciudad montado en una harley y descerrajando tiros a bocajarro a todo hijo de vecino que se cruce en tu camino y te parezca que tiene el gepeto feo. Pues tampoco. Ni mucho menos después de ver una del colega sifredi te piensas que tu novia si te pilla liándote con su mejor amiga al principio va a parecer un poco ofendida y enfadada pero al final vas a terminar haciendo un trío con las dos. Naturalmente que no, todo el mundo sabe que lo que haría sería cortarte la pilila y dársela de comer a su hamster. Lo otro sería de gilipollas.

Pues resulta que todo lo anterior no es tan evidente cuando se trata de pastelones. Que yo no digo que no deban gustar. Que incluso en determinados, hipotéticos y rarísimos casos de enajenación mental podrían llegar a entretener. Que sí. Que vale. Pero señoras del mundo, atentas a lo que voy a decir a continuación que sé que puede parecer duro, pero es algo necesario que deben saber y mejor yo que cualquier otro (que diría el ya mentado sifredi): no es real. Es una película. No es fácil de asimilar, pero es así. Porque resulta que cuando ellas salen del cine, ya no son ellas. Son la protagonista. Y tú ya no eres tú. Eres el idílico y perfecto subnormal de la pantalla. Y si no actúas como tal es que eres un cretino insensible, cabrón, sin corazón ni sentimientos, y que nunca tiene un detalle, y que en san valentín no la regaló ni un mísero bombón, y que el pasado trece de junio la miró el culo descaradamente a su amiguita jennifer en la playa, y que te tiras pedos que huelen mal y encima te descojonas. Cosas todas ellas que jamás haría el cameron, o robert o richard de la película de marras. Porque ellos en caso de echar flatulencias por el culo olerían a agua de rosas. Claro que sí. Es tal la pirada de olla que sufren, que incluso si se te ocurre hacer el más leve o nimio comentario sobre la falta de hombría y virilidad del pánfilo en cuestión, te soltarán sin sonrojo ni pestañeo ninguno que es el doble de hombre que tú, que en una pelea justa te metería las del pulpo y las del bombero todas juntas y que ya te gustaría a ti tener el sedoso pelito del menda. Y después dejan de hablarte una semana. Y tú ahí, con los ojos como platos, intentando entender algo de lo que pasa a tu alrededor y preguntándote si en vez de haber soltado un chiste sobre un señor al que no conoce de nada no te habrás ciscado en la madre que parió a su hamster.

Pues lo dicho señores, si quieren mantener intactas sus atribuciones mentales, hagan lo imposible por evitar los pastelones de la muerte, y en caso de no tener elección, únicamente en caso de que no queden más cojones que ir o ir, compren muchas rosas y muchos bombones, asédense los cabellos y traten de emanar romanticismo por todos y cada uno de los poros de su cuerpo. Y naturalmente, que la fuerza les acompañe.

4 comentarios:

al_pachino dijo...

Declaraciones magistrales. Estoy de acuerdo. Eso si que son armas de destrucción masiva. Yo una vez intenté ser romántico, pero los p2 ******les lo estropearon todo. El románticismo que proponen esas películas es para los débiles y afeminados. Hay que ser romántico con dos cojones, jostia puta!

Portu dijo...

¡Y pa romántico, Rocco! ¿En serio dices que lo que pasa en sus pelis no debo esperarlo en la vida real?

Ah, y para que conste en acta notarial: he de reconocer que a mi Una rubia muy legal me gustó. Tendría el día tonto.

MALEFICABOVARI dijo...

Ostia, qué razón tiene, ¿Y qué pasa cuando es al revés, cachondo mental? Una entra en el cine, se ve el pastelón con el otro cogiéndote la mano, que es tuya, y no te deja comer las palomitas y beber la fanta? Luego los momentos cruciales en los que se aman tanto que el otro te mira fijamente a ver si tu le amas igual... y el final....Sales y te preguntan? Amor, tu me quieres igual, cómo la de la película? Y tu le dices con dos huevos: yo te quiero mas. La película, gilipollas, es de mentira, esos cómo mucho habrán tenido un rollete en los camerinos y un polvo fugaz, y yo te quiero con todos tus putos defectos y tus contadas virtudes¡
Así que, y conste que una es romántica, y tierna si se ponen, ya lo saben, no me cuente mas películas, que yo lo que sea lo quiero de carne y hueso y con altas dosis de realidad indigeribles, pero reales.
Pasopalabra.
Maléfica

MALEFICABOVARI dijo...

Estos hechos que narro son verídicos, sucedieron este verano, en los cines renoir, a la salida de.
Por cierto, qué pastelón vió usted??? Lo de mirar el culo a la Jeny no está mal, pero que no te pillen, que dice mi barman que cuando sale Jude Law pongo los ojos en blanco, y yo me he procurado espejo para la próxima, porque no me lo creo, coño, no me lo creo.
Ale, que estoy trabajando.
De acuerdo con el Pacho, inimitable su estilo de narración.
Malefica